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Antonio Sempere

¿Quién echa de menos la fiesta?

Imagen de la tradicional palmera de la noche de la Cremà.

Hace un par de semanas, a la hora en que las Fiestas de Elda debían haber arrancado, una multitud de jóvenes y no tan jóvenes se congregó en la Plaza Mayor a recordar lo que pudo ser y no fue. ¿Algo denota que los alicantinos echan de menos sus fiestas oficiales? Basta mirar las estadísticas para comprobar que más de un 90% de la población permanece ajena a las comisiones, y no pertenece a ninguna Hoguera ni Barraca. Los festeros en activo son una minoría.

Mientras la fiesta oficial cada vez se aleja más de la ciudadanía, lo que triunfa es la ‘marcha’. Una ‘marcha’ nocturna que sería intercambiable con la de cualquier otro tipo de fiesta. Sin monumentos que sirvan de coartada.

Menos mal que la mascletá (siempre la mascletá, transposición de la ‘marcha’ al reloj diurno) vertebró y amplificó el eco festero a partir de los años noventa. La prensa tuvo mucho que ver con ello. Primero, contribuyendo con sus suplementos al engrandecimiento de la Fiesta. Más tarde, montando sus Racós en las inmediaciones de la plaza de los Luceros. Aunque la crisis del sector provocó que algunos de estos puntos de encuentro fuesen fugaces, desapareciendo de un año para otro, a la par que los medios en cuestión.

Está bien que, al menos, la música festera siga sonando esta semana. El 150 aniversario del compositor Luis Torregrosa es una buena percha para un ciclo de conciertos. Echamos de menos, eso sí, la magia de los pasacalles. Son la esencia de la fiesta. No provocarían ni la décima parte de aglomeración de un tardeo. Y son la esencia. Los culpables de que miles de eldenses hayan salido a la calle cuando han evocado el mes de junio.

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