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Vicente Vera Esteve

¿Idilio austrohúngaro?

Luis García Berlanga trabajó en El verdugo con la productora Naga Films S.A., del eldense Nazario Belmar, que además fue futbolista y procedía de una familia empresaria de calzado que pudo influir en el fetichismo del cineasta por los tacones

Nazario Belmar, de futbolista.

Venimos asistiendo durante los últimos meses con todo lujo de bombo y platillo a la ceremonia preparatoria para la celebración del centenario del sin par director Luis García Berlanga, nacido el 12 de junio de 1921. Cineasta excepcional, reconocido internacionalmente por toda su obra cinematográfica realizada entre los años 1950 y 1990. Dudo que exista algún español de cualquier segmento de edad que no haya oído hablar de Berlanga o de alguna de sus magnificas realizaciones como: Esa pareja feliz (1951), Bienvenido, Míster Marshall (1953), Novio a la vista (1954), Calabuch (1956), Los jueves milagro (1957), Plácido (1961), El verdugo (1963), La Escopeta Nacional (1978), La Vaquilla (1985), Todos a la cárcel ( 1993) y por ultimo Paris–Tombuctú (1999). Sin olvidar la trilogía que comprende La Escopeta Nacional, Patrimonio Nacional y Nacional III, centradas en la etapa de la Transición española.

No es mi cometido realizar análisis alguno sobre la historia cinematográfica del valenciano Berlanga. Primero porque es muy complicado hacerlo en un espacio muy limitado y segundo porque este artículo responde a mi interés particular de dar a conocer un periodo muy acotado en su biografía. Y con mayor precisión quiero contar algunos detalles, quizá no muy conocidos por los más cinéfilos y admiradores de lo berlanguiano.

Para ello me detendré en su película El verdugo, rodada en 1963, desde mi punto de vista es una de la películas más reconocidas en todos los rankings sobre cine español que se vienen publicando durante los últimos años, y para mí personalmente una película magistral por todos los detalles y recovecos que nos encontramos cada vez que la vemos con atención. Una película que narra magistralmente la sociedad española del momento, retrata la soledad y sus secuelas, además de ser un sutil alegato contra la pena de muerte en España.

Berlanga contó con la complicidad de los guionistas Rafael Azcona y el italiano Ennio Flaiano, en un guión demoledor creando un gran impacto y revuelo político institucional en el seno del estado franquista; explicamos más adelante alguna de las escenas más grotescas que se produjeron durante el periplo de la película por los diferentes certámenes europeos de cine.

En cuanto al casting se seleccionaron a los actores Pepe Isbert, Enma Penella y al italiano Nino Manfredi, los tres espectaculares. En dicha película surgió la magia del cine porque no eran actores realmente, eran ellos mismos los que estaban experimentando todas las secuencias del guión, la consideraron su «historia». Así como la inmensa mayoría de actores de reparto estuvieron sembrados de principio a fin. De ahí la genialidad de la cinta que demuestra la brillante dirección de Míster Cagada , como le llamaban los más íntimos.

Cartel de El verdugo.

Cartel de El verdugo.

Nos queda por revelar las personas y empresas responsables de la producción de la misma. Berlanga estuvo arropado por la productora Naga Films S.A. con base en Madrid y Zebra Films Spa de Roma. En cuanto a Naga Films, decir que el protagonista de la productora fue el eldense Nazario Belmar Martínez (1922-1980), hubo una gran colaboración entre director y productor lo cual hizo que todo el proceso de rodaje fuera sobre ruedas. Belmar pertenecía a una familia vinculada a la fabricación de calzado de señora de alta calidad, la empresa era Hijos de José Martínez Sánchez S.L. y siendo la marca Maruja con la que comercializaban sus colecciones de zapatos. Sospecho que por aquí puede venir su afinidad por los zapatos de tacón que siempre ha mostrado Berlanga. Algunas conversaciones y confesiones intercambiarían en cuanto a los secretos y erotismo en los zapatos de tacón de aguja o stilettos y el imperio austrohúngaro que tantos ríos de tinta se han escrito.

Los inicios profesionales de Belmar fueron en el deporte rey, era un interior izquierda excepcional, robusto y potente en los pases y tiros a puerta, auténticos trallazos. Militó primero en el Hércules de Alicante CF. Fichado por el Real Madrid para la temporada 1941/42 estuvo desarrollando un gran trabajo en el equipo merengue hasta que una lesión irreversible le apartó definitivamente del fútbol en 1950. No se rindió y continúo en el mundo del deporte pero de manera más institucional. Se había licenciado en Derecho en la Complutense y fundó la productora Naga Films en sociedad con Marcelino Galatas, compañero de fatigas en el balompié.

Naga Films tuvo una vida efímera, debido a problemas financieros ocasionados por terceras personas, se vieron obligados a clausurar la productora y disolver la sociedad que le unía a su socio Galatas. Belmar continuó en el cine, creó su propia productora, Belmar P.C. produciendo alguna película más, Un vampiro para dos (1965), dirigida por Pedro Lazaga. Al final terminó dedicándose al ejercicio del derecho y fortalecer sus lazos profesionales y de amistad con las personas que conoció a lo largo de su vida deportiva, con los que mantenía contactos periódicos a través de reuniones y tertulias deportivas en el entorno madridista.

Nos adentramos en los últimos metrajes de este breve perfil biográfico de Nazario Belmar. Considero interesante reseñar el éxito comercial que tuvo El verdugo en el ciclo de su presentación en diverso festivales. Fue excepcionalmente en la Mostra de Venecia donde la película fue aclamada por el jurado y autoridades de la Mostra, recibiendo el premio del público y de la crítica internacional. Asimismo el premio en el Festival de Moscú y el Gran Premio de la Academia Francesa del Humor Negro, entre muchos otros. Y no solamente fueron parabienes, sino que alteró la estabilidad emocional de todo el equipo de rodaje incluyendo a Belmar. El film se presentó en Roma en un pase privado con el embajador de España en Roma, causando un cierto alboroto dejando perplejo al propio Berlanga. Alfredo Sánchez Bella movilizó al director de la Mostra así como a las autoridades en España. No se podía hacer nada debido a que la película ya había sido premiada y exhibida en otros países. Lo más anecdótico es el inmenso número de invectivas que se granjeó Berlanga, catalogándolo de comunista y de mal español por el mismísimo Caudillo. España se encontraba dando los últimos coletazos al franquismo más retrogrado y entrando en un proceso de desarrollo económico y apertura al exterior que acabaría con la autarquía económica y cultural.

Sí que me gustaría ahora exponer alguna opinión sobre la figura de Nazario Belmar acerca de su talante profesional y personal en toda esta dinámica de tensiones por el argumento de la película. Es de interés conocer un fragmento de la carta que el embajador envía al Ministro de Asuntos Exteriores en España, Fernando María Castiella, intentando salvar de la quema a nuestro Belmar en relación con los hechos de Venecia. «El productor Belmar es una excelente persona; cuando me oyó se quedó hecho polvo. Antiguo jugador de fútbol, muchacho noble y limpio, del Régimen si duda, y franquista, cosa que no niega en ningún momento; de buena gana haría cualquier cosa por salir del lío en que está. Tiene algún dinero; le dijeron que Berlanga hacía buenas películas y puso capital en la empresa; ni siquiera sabía lo que se había hecho y ahora venía a Roma contento y feliz para acudir por primera vez a un festival en el que se decía que su película iba a tener resonancia». Este cálido fragmento sin desperdicio, ha sido recogido de la nueva edición autorizada y actualizada de la biografía del Luis García Berlanga cuyo autor no es otro que Antonio Gómez Rufo.

Nazario Belmar, aquejado de una grave enfermedad, fallece el 9 de julio de 1980 en la Clínica de la Concepción de Madrid. Tenía 58 años, una muerte prematura que entre sus familiares y amigos hizo que reinara la más completa desolación. El diario deportivo As lo recordaba de esta emotiva manera: «Nazario Belmar era un lord del fútbol. Un jugador distinto a los demás. Todas sus condiciones eran buenas. Las futbolísticas por supuesto. Correcto, fino, educado, caballero».

Cabe un apunte final para cerrar el círculo sobre la película que nos concierne, en el sentido de subrayar el sentido de responsabilidad de Nazario sabiendo que durante el mes de enero de 1963 solicitó personalmente el preceptivo permiso de rodaje a la Dirección General de Cinematografía. El 20 de junio la productora obtuvo respuesta positiva para iniciar el rodaje del film. De este modo siempre que revisemos esta gran película podremos recordar con alegría que detrás de bambalinas siempre estuvo nuestro admirado y paisano Nazario Belmar.

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