Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Tomás Mayoral

Órdenes de equipo

Ximo Puig

Ximo Puig ya no está al frente de la manifestación para frenar la ejecución del trasvase. Ha dejado la cabecera de la protesta triste y abandonada, ha ido perdiendo posiciones y posiblemente ha salido disimuladamente en algún cruce propicio al mutis. Ya no es aquel líder decidido de abril, capaz de enfrentarse a su propio partido y a quien hiciera falta para defender los intereses de Alicante. Muy al contrario: ve el desastre que se deriva del borrador del nuevo Plan Hidrológico del Tajo como un mal menor porque, según él, ha conseguido que esa muerte se produzca en siete años y no de golpe. Entre declaración y declaración sobre este tema, cada vez más tibias, cada vez más desleídas, ya cuela algún argumento de Ribera. El cambio climático tiene la culpa. Claro. La solución está en la desalación. Claro. Agua todo el año. Claro.

Es lícito preguntarse, al igual que pasaba con aquel Perú de Varguitas Llosa, cuándo se jodió el trasvase para Ximo Puig. Hay quien opina que la cosa no fue bien desde el principio. Hubo que empujarle para que se pusiera al frente de la manifestación cuando cayeron las caretas en el ministerio de Ribera. No salió de él. Así que, sin estar muy convencido, no se peleó con García Page, al que debió mandar callar más de una vez, y cuando le llegó el turno de enfrentarse a la propia Ribera y comprobó el paño, le debieron temblar las piernas del todo. En política no hacen falta las órdenes de equipo, como en la Fórmula 1. Están acostumbrados al metalenguaje y no hace falta explicitar lo que está claro incluso sin mencionarlo. Ximo lo ha visto y no va a quemar sus naves por defender el trasvase, aunque electoralmente pueda costarle caro. Ahora ya sabemos que no es ese tipo de político.

Por cierto, las órdenes de equipo en el «gran circo» de la Fórmula 1 siempre se dan para perder. Para ganar, no hace falta dar órdenes.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats