El espectador se quejó de que la mayoría de los documentales que emitía La 2 no eran de producción propia, y el director de la cadena, el bueno de Samuel Martín Mateos, enfadado, contestó al televidente que estaba mal informado y revisase la parrilla.
Sucedió en RTVE responde, y en realidad ambos tenían razón. Es cierto que si no fuese por La 2 no podríamos ver documentales de producción propia, y ahí está la lista de títulos que hemos podido disfrutar esta temporada para demostrarlo: todos los del contenedor Imprescindibles; los programados en fin de semana, Jardines en la Historia, Atlántico, Ruta Vía de la Plata y Ruralitas. E incluso algunos más dentro de Documaster, como el dedicado a Miguel de Unamuno Palabras para un fin del mundo, que salió en antena esta semana.
Pero una cosa es la teoría y otra la práctica. O mejor dicho. Una cosa es lo que hace y otra la que se percibe. Y el señor que envió la queja al Defensor del Espectador tenía más razón que un santo. Argumentaba que cuando él sintoniza La 2 por la tarde, su canal de cabecera, después de Saber y ganar y los documentales de animales, ha llegado a encontrarse este mes de junio con tres documentales franceses seguidos y después con uno italiano. Podríamos ponerles nombres.
Añado yo que no solamente hay que ser honrado, sino aparentarlo. Si el sábado de buena mañana ya me encuentro con docus extranjeros, y a media tarde, y a la hora de la cena con los viajes de Michael Portillo, y las mañanas de los días laborables, en las sobremesas, y en las reposiciones de las madrugadas, alguna razón habrá que darle a este espectador. Todo es mejorable, querido Samuel.