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Lorena Gil López

A contracorriente

L. Gil López

Jóvenes: ni criminalizar ni aceptar su conducta

Un grupo de chicos y chicas en una zona de botellón en Alicante. | RAFA ARJONES

No tengo hijos adolescentes, ni que pasen la veintena, ni que rocen los treinta, vaya eso por delante; los míos son de 9 y 7 años y todavía los manejo, les educo, les ato en corto y les consiento. Aunque a veces me resulte difícil acordarme, o no quiera, he sido adolescente, joven, niñata, contestona, irresponsable y merecedora de castigos por parte de mis padres.

Pero por lo que no paso es por lo que está ocurriendo en estos momentos, ni debemos criminalizar al grupo de 15 a 29 años ni debemos aceptar que hagan lo que les venga en gana, arropados por una supuesta y mal entendida libertad que no es más que libertinaje, irresponsabilidad, chiquillería o testosterona.

He escuchado a algunos padres decir que a sus hijos, menores de edad, no los podían tener «secuestrados» en un hotel en Mallorca; hombre, muy menores para eso sí son, pero para empaquetarlos en un avión y que se dediquen durante unos días a hacer de su capa un sayo y saltarse las normas, ahí ya no les consideramos menores, ¿verdad?

Verán, no se trata aquí de determinar qué grupo de edad ha sufrido más con la pandemia porque cada uno ha tenido lo suyo. Yo me he tirado meses y meses sin abrazar a mis padres, mi cuñada lleva más de un año sin ver a los suyos, que viven en un pueblecito de Zamora, he visto a gente querida morir y a la que gente querida no ha podido ver ni despedir en sus últimas semanas de vida, mis niños no han quedado con sus amiguit@s en casi todo el curso ni han tenido vida social, del cole a casa, ... cada uno tiene su pequeña historia personal, su vivencia, su pena, su dolor, nadie es más que otro, pero tampoco menos.

Y aquí estamos, una vez más, en bucle, subiendo de forma alarmante los positivos, como el verano pasado, como en las navidades, pero está vez hay quienes se escudan en que la presión hospitalaria está bien como si eso nos fuera a salvar. Pero ¿es que no hemos aprendido nada? ¿seguimos igual de ciegos ante la enfermedad? ¿creemos que porque nuestros padres, abuelos u otros familiares tengan la vacuna esta tiene superpoderes mágicos? ¿tengo yo que estar respetando las normas día tras día mientras otr@s deciden que todos los días son fiesta? ¿queremos volver para atrás, otra vez a las medidas de restricción, otra vez a protestar porque no nos dejan hacer lo que no podemos hacer porque estamos en una pandemia? ¿en qué estamos pensando?

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