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José Manuel Ponte

“¿Quién manda aquí?”, pregunta Maravall

Felipe González EFE

Leo una entrevista con el sociólogo José María Maravall (Madrid, 1942), de larga y brillante trayectoria académica en España, Inglaterra, Estados Unidos e Italia. Es hijo del historiador José Antonio Maravall y fue ministro de Educación y Ciencia en los dos primeros gobiernos de Felipe González, entre 1982 y 1988. Yo le conocí cuando, como presidente del comité intercentros de Medios de Comunicación Social del Estado (MCSE), andaba dándole la lata a los prohombres del socialismo liberal con la viabilidad de una prensa pública. El PSOE lo llevaba en su programa electoral, pero una vez alcanzado el poder desistieron de defenderlo, como hicieron con la entrada en la OTAN y con tantas otras cosas. En aquel tiempo, Maravall tenía un punto de soberbia intelectual que luego fue limando con la práctica política diaria. Una característica, por otra parte, que compartía con otros compañeros de los primeros gabinetes del líder sevillano. A Maravall se le recordará, no obstante, por su decidido empeño en democratizar la estructura educativa recibida del franquismo. A costa, muchas veces, de importar novedades que no casaban bien con el talante y la preparación de los llamados a ejercerlas. Tuvo choques con un cuerpo docente que le reclamaba equiparación retributiva con otros estamentos de las administraciones públicas (“Maravall, muy mal, muy mal” fue el grito de guerra del profesorado). No está a mi alcance conocer cuáles fueron los motivos reales de su salida del ministerio, pero suele ser frecuente que los que tienen una marcada vocación intelectual acaben por abrumarse, o aburrirse, con aspectos burocráticos del cargo político que están ejerciendo, y acaben por añorar las satisfacciones que proporcionan la libertad de cátedra y el estudio. Digo todo esto, porque tengo la intuición de que Maravall no salió del gobierno reñido con Felipe González, con quien sigue manteniendo una relación frecuente y cordial. De la entrevista con el autor, entre otros, de La democracia y la izquierda destaca la desazón que le produce “no saber quién manda”, una intriga que también agobiaba a la Alicia del País de las Maravillas, una obra que anticipó tantas cosas. En cuanto a los riesgos que se derivan de esa incertidumbre radical apunta a un populismo de derechas que ya ha tocado poder en Italia, Finlandia, Hungría y Polonia. Y ha exhibido su fuerza con personajes como Donald Trump, en Estados Unidos, y Boris Johnson en Inglaterra. Respecto de España, cabe mencionar a Álvarez Cascos, ex secretario general del PP, cuando dijo que era “una anormalidad democrática que pudiese gobernar el PSOE”. Una convicción que se manifiesta en las repetidas invocaciones a Aznar para que se vaya del Gobierno, o en las descalificaciones de Rajoy sobre Zapatero a quien llama “perfecto imbécil” y “bobo solemne”. Respecto de la relación con los independentistas, es obligado dialogar con ellos, porque están aludidos en la Constitución y porque no son ciegos y saben que de repetir conductas delictivas, los jueces los volverían a meter en la cárcel. Por último, opina sobre Sánchez, del que reconoce haber firmado un escrito oponiéndose a su candidatura como máximo dirigente del PSOE. “Sacó a Franco del Valle de los Caídos, sacó a Franco del Pazo de Meirás, aprueba la ley Celaá, el ingreso mínimo vital, la ley de eutanasia, y 140.000 millones de fondos europeos. No es poco en solo un año de gestión.

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