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Marc Llorente

¡Esto es Hollywood!

Pedro Sánchez durante su rueda de prensa de cierre de la gira de EEUU.

Antes de subirse al podio de la Moncloa y de coger el megáfono para narrar el balance sobre el curso político, el presidente del Gobierno de coalición, de cuyo nombre no hace falta acordarse siempre porque todos le conocen, estuvo de visita en Estados Unidos, haciendo una gira para airearse y pregonar la necesaria alianza entre el sector público y privado como medio de remontar la crisis económica derivada de la pandemia.

Lo dijimos la semana pasada al hablar de Cuba. Una distribución equitativa de la riqueza generada y la necesidad de un nuevo pacto entre el Estado, el mercado y la sociedad, con políticas fiscales y productivas que transiten por ese camino. Un modelo de desarrollo basado en un medio ambiente sostenible. Más urgente que nunca.

Esto es lo deseable, pero otra cosa es la realidad y lo que hacen algunos. Pedro Sánchez, jefe del Ejecutivo por si se les ha olvidado, dirigiéndose a los grandes grupos inversores, cree que España «es el mejor lugar del mundo para invertir». ¡Esto es Hollywood, señoras y señores! O a eso aspira Sánchez. A que seamos la sucursal hollywoodense de Europa si ciertas productoras se decantan para realizar aquí sus proyectos y plantar sedes europeas. Somos líderes, afirma el señor presidente, el Superman a la española, como le han piropeado por las tierras de Biden, con quien no estaba previsto ningún encuentro. Campeones en «ciberseguridad o inteligencia artificial». Mientras, la inseguridad en otros terrenos y la poca inteligencia natural brillan por desgracia en demasiadas ocasiones.

¿Contamos con suficientes profesionales formados en función de lo que esas empresas demandan? Si no terminan de irse todos fuera, seguramente. ¿Tenemos un buen plan en lo que se refiere a la transformación digital y ecológica? Es una oportunidad de negocio y es preciso un futuro sostenible desde hoy, en línea con la Agenda 2030 y sus pretensiones económicas, sociales y ambientales. Dicho lo cual, los sectores financieros estadounidenses sienten inquietud por algunas de las reformas pendientes. La ley de vivienda, la reforma del mercado laboral, la del sistema fiscal o la de pensiones. Porque solo admiten posturas que no se alejen un ápice de sus intereses. Y san Pedro ha obsequiado tila y palabras para que estos señores calmen los nervios y sus recelos.

«La prioridad ahora es la recuperación», dice. Por eso, a las clases dominantes les interesan mucho las crisis a fin de que la población no salga nunca de ellas. O sea que no espera que se produzcan cambios bruscos en una legislación con el difícil beneplácito de Unidas Podemos. La riña interna prosigue. La estabilidad política puede seguir su rumbo o hacer aguas en perjuicio de la modernización. Depende.

Sí se sabe muy bien dónde se sitúan Casado, Egea y el resto del equipo olímpico de la derecha extrema. En la vía de la confrontación y del pataleo, la única adoptada en su intento de cosechar votos a toda costa. Piensan, luego actúan creyendo que cuanto peor vaya todo, mejor les va. O como dijo el trabalenguas de Rajoy en 2017: «Cuanto peor, mejor para todos, y cuanto peor para todos, mejor, mejor para mí, el suyo beneficio político». Además, el PP, que presume tanto de monarquía, no escucha a Felipe VI.

El rey, en su ofrenda al apóstol Santiago, pide ayuda al santo con objeto de cimentar los caminos de «unidad, solidaridad y concordia que aseguren nuestra convivencia en democracia y libertad». Sorprende que a estas alturas sigamos en enseñanza primaria y no porque no sea necesario reivindicar esos valores constitucionales que más de uno ignora con su hacha de guerra. En una grotesca «batalla contra este (imposible) cambio de régimen», a juicio de Vox, el grupo que, junto a los populares, defiende con uñas y dientes el bienestar. El de ellos. Judicializar la política y politizar la justicia es una de las pautas como forma de kryptonita anti-Sánchez. Es lamentablemente gracioso que el Partido Popular, inmerso todavía en el lodazal de la corrupción, dé lecciones ridículas sobre el Estado de Derecho, con su infumable catecismo.

Los fondos públicos europeos y españoles y la inversión privada se tienen que dar la mano para salir airosos justamente. Y ser una «prolongación de Hollywood». ¿O no? Esperemos que no pase igual que en la alicantina Ciudad de la Luz, donde se fundieron los plomos por obra y gracia de la fraudulenta gestión de la Generalitat del PP.

El próximo jueves, el presidente rendirá cuentas, y el griterío de la asilvestrada oposición está garantizado. Sánchez tiene que ofrecer soluciones diarias, políticas sociales, no propaganda ni errores, si quiere subir puntos en los sondeos. Debe trabajar a destajo hasta finales de 2023, según el compromiso del Gobierno de coalición con Bruselas. La derecha extrema y la extrema derecha permanecen atentas a la pantalla. Bien juntas y lanzando zancadillas con falso patriotismo. Preparadas para el asalto total en esta película llena de tramposos.                     

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