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Rafael Simón Gil

Miles de millones para que brille el independentismo catalán

Los partidos independentistas recurrirán el veto a la ley de amnistía y ERC avisa al PSOE de que "se la está jugando"

Apenas comienzan a llegar los primeros copos del maná europeo de los fondos y a @sanchezcastejon le falta el tiempo para reunirse, de Gobierno a Gobierno, con sus socios separatistas catalanes para prometerles las mejores tajadas de esa golosa tarta de millones de euros que Europa nos tiene prometidos. No crean que ha descolgado el solidario teléfono de los extremeños, las andaluzas, los gallegos, las murcianas, los manchegos o las canarias, no; la primera llamada, la primera reunión, el primer gesto, es para el separatismo catalán (en eso consiste el progre eslogan de “que nadie se quede atrás”). De momento, 1.700 millones de euros para el aeropuerto de El Prat, aunque quizá de forma precipitada dadas las protestas que los otros socios a la izquierda del PSOE -Unidas Podemos y Compromís, según El País, no yo-, están formulando por razones ecológicas y de emergencia climática (el diccionario de corrección política acaba pasándote factura y la tienes que pagar). Estas improvisaciones e incompetencias de los miembros y miembras del gobierno @sanchezcastejon no son ninguna novedad, forman parte del código genético de quienes gustan pasar de curso con ocho suspensos.

La lluvia dorada que en forma de miles de millones caerá suave sobre el independentismo catalán para que no se enfade y deje en pañales a Moisés en la Moncloa, no termina con el aeropuerto de El Prat. El plan de ruta diseñado bilateralmente de Gobierno a Gobierno, como se corresponde con dos naciones soberanas, contiene otros favores para las muy deficientes infraestructuras catalanas y para su depauperada economía. Así, según La Vanguardia, el aeródromo de Gerona estará a media hora de Barcelona merced a una nueva línea de AVE, como exige la Generalidad (no se enfaden, las conexiones del aeropuerto de Alicante con la propia ciudad, con Elche, Benidorm, Torrevieja o Murcia siguen siendo eficaces, rápidas y modernas). Y hay más. El AVE llegará también al aeropuerto de Reus. C´est-à-dire, mes amis, que mientras ustedes dos tardan cinco horas en ir de Alicante a Barcelona en el tren de la bruja, un extremeño tarda toda una vida en llegar a Madrid en tren (Que nadie quede atrás, Agenda 2030, Ministerio de Derechos Sociales).

Quizá se comprenda ahora por qué @sanchezcastejon apartó al bailarín Miguel Iceta de la discoteca catalana desterrándolo a una sala de fiestas más acorde a sus cualificaciones académicas y deportivas: Ministro de Cultura y Deporte. Iceta inició -sí, inició- las carreras de Ciencias Químicas y de Ciencias Económicas y, cansado de tanta carrera, las abandonó enseguida para dedicarse a algo menos fatigoso: la política. Y digo lo dicho porque el premiado con la millonaria lotería europea no es otro que el fiel Salvador Illa, aquel ministro salvador (quizá lo recuerden de cuando la pandemia) que estando al frente de Sanidad en pleno Covid el eslogan de su ministerio rezaba: “Si estás sano, no es necesario mascarilla” (Illa). Pues bien, ahora que estamos enfermos de millones, y para que se note que en Cataluña ganó las elecciones Illa, ya sin mascarilla, y que quien manda de verdad allí, el partido determinante, es el PSC de Illa, será Salvador el encargado de salvar a los separatistas de la pobreza en la que han sumido Cataluña dándoles los miles de millones que necesitan para continuar con su distopía ultranacionalista, insolidaria y supremacista. Vean, si no, lo solidario de reivindicar el control exclusivo de las pruebas MIR (acceso a la especialidad médica hasta ahora igual para toda España) por parte del independentismo catalán, quebrando de forma desafiante la cohesión del sistema sanitario público, el principio de igualdad entre los españoles. Una vergüenza, una provocación que merece la respuesta del colectivo médico español.

El problema de los millones que van a Cataluña sigue siendo quién los administra y cómo. Ya ven hasta qué punto quedó demostrada judicialmente la malversación de fondos públicos por políticos secesionistas catalanes. Ya ven con qué cinismo, soberbia, prepotencia y burla; con qué tono retador pretende el Gobierno catalán, por medio del Instituto Catalán de Finanzas, avalar a los líderes del procés las fianzas ante el Tribunal de Cuentas. Y ahora, cuando la estrella del Barcelona Leo Messi abandona el club porque éste, arruinado (como lo está Cataluña), no puede pagarle el recibo de la luz, todos miran la lámpara del Aladino de la Moncloa (ya no está la lucecita del Pardo) a ver si les echa una mano por ser més que un club. Porque los independentistas catalanes, con los que el Barça se siente tan cercano, merecen que el resto de España siga pagándoles sus despilfarros, sus delirios, desde que el virus separatista se convirtió en pandemia.

Mientras millones de españoles hacen acopio de cirios pascuales para iluminar sus pobres vidas porque no tienen con qué pagar el recibo de la luz más caro de la historia, pese a estar bajo la protección del gobierno más progre de la historia (por todos, su ministro de Consumo Alberto Garzón, al que debe consumirle poco sueño pensar que los españoles tienen que decidir si apagar la nevera o dejarla abierta por las noches vacía de género que tampoco pueden comprar); mientras los extremeños siguen añorando no ya un AVE, sino un tren aunque sea de carbón para poder viajar; mientras alicantinos y murcianos sufren la humillación del recorte del agua para regar los campos que cantaba Miguel Hernández; mientras vascos y navarros siguen gozando de privilegios fiscales merced al insolidario “cupo” del que nadie quiere hablar; mientras los autónomos y la hostelería -abrasados a impuestos- encienden una vela al diablo para mantener la energía de sus neveras y cámaras industriales todo el día, o que sus productos se pudran; mientras toda esa oscuridad se cierne sobre gran parte de España, miles de millones vuelan para Cataluña y brille más fuerte que nunca el independentismo. El resto de españoles paga la factura. A más ver… aunque sea a oscuras.

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