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Antonio Sempere

A las puertas de los Max

Una escena de la pieza La mort i la donzella, de Asun Noales para el IVC. German Antón Begoñajorques

Alfredo Sanzol es el favorito de los Premios Max de este año. ‘El bar que se tragó a todos los españoles’, texto autobiográfico que se estrenó en el Centro Dramático Nacional tiene todas las papeletas, y todo el cariño de los profesionales del sector que votan, para convertirse en el mejor espectáculo del año. Una función que pudo verse en Murcia, también en València, pero que no visitó Alicante.

Alicante, hablando claro, cuenta desde hace unos años con poco más de doscientos ‘teatreros’, entendiendo por tales a los espectadores que tanto de la capital como de las poblaciones cercanas se desplazan a ver cualquier montaje de calidad, con independencia de que sus actores sean más o menos conocidos, más o menos mediáticos. Son los que estuvieron en ‘Cuando deje de llover’, ‘Reikiavik’, ‘El pequeño poni’ o ‘El triángulo azul’ (todo ello en 2016, con el cambio de dirección). Pero se evidenció que hacía falta más presupuesto. Que esos doscientos espectadores no podían mantener esa programación. Y pasó lo que pasó. Aquello resultó ser el breve sueño de una noche de primavera.

La programadora actual, Mª Dolores Padilla, muy con los pies en el suelo, no puede asumir títulos como ‘El bar que se tragó a todos los españoles’ porque el público no sabe quién es Francesco Carril, el protagonista, y no entrarían más de los doscientos fieles. Con las escasas aportaciones de los propietarios, las funciones se financian con la taquilla. Llenando. Algo que sólo logran los monologuistas y similares.

Lo lógico sería que la Muestra de Teatro de Autores Contemporáneos asumiera esa carencia, y programase esos montajes de alta calidad que Alicante y su provincia, hoy por hoy, no pueden disfrutar. Como el de Sanzol, virtual ganador de los Max.

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