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Carlos San José Alonso

La perspectiva de género en las matemáticas y matemáticos

La falta de educación matemática afecta negativamente al cerebro

No parece haber descanso estival para las mentes pensantes de nuestros gobernantes en cuanto a educación se refiere. Lástima que sus conclusiones nunca van en la línea de la mejora de las competencias del alumnado, de la eficiencia metodológica o en el aumento de recursos humanos que garanticen una atención personalizada, sino en caminos complejos y ocurrentes de tendencias modales e ideológicas alejadas de la realidad escolar.

Ayer, varios diarios nacionales se hicieron eco de las nuevas directrices que el Gobierno enviará a las comunidades para su estudio y valoración y posterior puesta en marcha en los próximos cursos académicos en la enseñanza primaria. En el texto se indica textualmente esto: “la adquisición de destrezas emocionales dentro del aprendizaje de las matemáticas fomenta el bienestar del alumnado” hablando de ese ‘sentido emocional’. En cuanto a la perspectiva de género se indica que, “el interés por la disciplina y la motivación por las matemáticas desde una perspectiva de género a la vez que desarrolla la resilencia y una actitud proactiva ante nuevos retos matemáticos”. Por más que lo leo y releo no sé exactamente qué se pretende ni qué desean que un docente como yo haga. No sé si a partir de ahora he de hablar de sumas y sumos a los niños o dirigirme a mis alumnas de forma diferente o simplemente reforzar el hecho de que multiplicando aumentarán su resiliencia…

Profundizando en la valoración de lo que leo sobre materia educativa de un tiempo a esta parte, creo sinceramente que los que se dedican a establecer directrices, decretos, pautas y lo que es peor, leyes educativas, no han pisado un aula en su vida. Cuando se habla de que para acabar con el machismo y las desigualdades hay que invertir más en educación lo deben hacer desde al absoluto desconocimiento de lo que es un colegio, de la trasversalidad curricular y del tipo de profesionales docentes (mayoritariamente mujeres) que nos dedicamos a esta preciosa vocación de formar personas. En las aulas españolas conviven desde hace décadas en la más absoluta igualdad niños y niñas. Participan, intervienen, interactúan, conviven y crecen sin pensar ni concebir ningún tipo de hegemonía de género y entienden que la vida les brinda un sinfín de oportunidades a todos sin distinción. Nuestros alumnos no conciben profesiones de género ni observan trato desigual en sus progenitores puesto que ven cómo ambos forman parte de su crecimiento de una u otra forma. Buena parte de culpa de esta perspectiva igualitaria la tienen las “seños” y los profes que han inculcado valores en todas las oportunidades que diariamente se presentan: patios, clases, conflictos, actividades… No es preciso seguir manteniendo una asignatura de valores porque ya se los enseñamos en ciencias, música, educación física, lenguas y también en las matemáticas.

Trabajar con niños es estar educando constantemente y eso lo hacemos los miles de profesionales que con cariño y dedicación pasamos horas y horas con la gente menuda por vocación transmitiendo respeto, tolerancia, igualdad y valores cívicos y humanos y esto no parecen saberlo los que redactan leyes educativas que cada día están entorpeciendo nuestra labor con nuevas ocurrencias a cada cual más curiosa que la anterior. Estoy convencido de que llegará el día que en España tengamos un Pacto Educativo técnico hecho por profesionales y que aleje las manos tendenciosas de los políticos que utilizan la educación para sus guerras ideológicas y estratégicas.

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