Desde hace ya bastante tiempo, escuchamos por todas partes palabras como innovación o disrupción. Son palabras que oímos cada vez con más frecuencia y aunque puedan parecernos términos difusos, que no llegamos a comprender del todo, de alguna manera, probablemente intuitiva, sabemos lo que significan: hacer las cosas de otra manera, buscar nuevas soluciones, aportar creatividad a nuestras acciones, colaborar y crear sinergias, favorecer la diversidad… y todo esto desde la base sólida de la investigación y el conocimiento.

Si hay algo que me maravilla en este mundo es la capacidad del ser humano de buscar soluciones. Y de encontrarlas. Cada vez que la humanidad se ha enfrentado a un problema ha sido capaz de resolverlo. Las vacunas son un ejemplo de que las soluciones están en la ciencia y en la innovación. Por eso es por lo que debemos invertir en estas áreas y en el talento que es capaz de encontrar esas soluciones. El talento que es capaz de curarnos, de prevenir los efectos del cambio climático, de mejorar nuestra economía, de crear riqueza, de cambiar nuestro modelo productivo y tantas otras cosas pero, en definitiva, que es capaz de hacernos vivir mejor.

La ciencia y la innovación nos dan soluciones, nos responden preguntas y nos plantean otras nuevas. Pero siempre para avanzar y mejorar. La innovación aplica el conocimiento para que esa ciencia llegue a soluciones concretas, bien sea para mejorar la atención médica o para impulsar la actividad económica, tanto para nuestra vida profesional como para la personal.

Vivimos en un momento en el que hay una verdadera emergencia innovadora. Por eso, cada vez es más necesario compartir conocimientos y trabajar de forma conjunta. Sumar fuerzas siempre es la mejor opción, sobre todo, en tiempos de incertidumbre. En estos momentos, avanzar implica colaborar. Y en este pacto, la pregunta no puede ser de dónde vienes (tú), sino adónde vamos (juntos).

La estrategia científica e innovadora de la Generalitat Valenciana tiene tres ejes muy claros: excelencia, talento y vertebración. Hemos afianzado nuestros programas de apoyo al talento investigador, de atracción y generación de talento. Con el programa GenT, cuya inversión ha crecido cerca de un 70 por ciento este año, hemos atraído al sistema científico valenciano alrededor de 80 investigadores de alto nivel. Y seguimos trabajando para que vengan a nuestras universidades y centros de investigación investigadoras e investigadores quieran venir a la Comunitat Valenciana para formar equipos, creando trabajo altamente cualificado y colaborando con su talento a crear aún más talento.

Las áreas de Ciencia e Innovación, así como la Agencia Valenciana de la Innovación y Distrito Digital han visto aumentados sus presupuestos en un momento crucial y de forma nunca antes vista. La voluntad política se asienta en estos hechos y no en palabras.

Pero los sistemas de investigación e innovación no se construyen de la noche a la mañana. Requieren de esfuerzo, tiempo, estabilidad y el compromiso de toda la sociedad en el ámbito político, administrativo, científico y de la opinión pública. El cambio de modelo económico que proponemos no entiende de espacios estancos, sino que tiene mucho que ver con trabajar juntos, con sacar lo mejor de nosotros y de ir en la misma dirección.

A mi llegada a la conselleria, pudimos apreciar el impresionante talento investigador e innovador que tenemos en toda la Comunitat Valenciana, pero también nos dimos cuenta de que, de alguna manera, había estado trabajando de forma aislada. Sabíamos que el principal objetivo era conectarlo, propiciar la colaboración y crear escenarios en el que ese talento pudiera colaborar y multiplicarse.

Con experiencias como la Llamada al Sistema de Innovación e Investigación de la Comunitat Valenciana (que se lanzó desde la Conselleria de Innovación en marzo del 2020 precisamente para dar soluciones a la situación generada por la Covid-19 y al que destinamos 3,2 millones de euros), pudimos comprobar tres cosas: el alto nivel del sistema valenciano de investigación (certificado y ensalzado por evaluadores externos), la capacidad de adaptación de nuestro tejido empresarial, y el poder de la colaboración entre diferentes equipos de investigación, empresas, centros de investigación e institutos tecnológicos.

Gracias a la conjunción de estos factores, fuimos capaces de solucionar necesidades urgentes como mascarillas, respiradores, equipos de protección… muchos de ellos con tecnología abierta para que cualquiera que los necesitara pudiera fabricarlos. Y, también más allá, soluciones de desinfección, estudios sobre la eficacia de los antivirales en el tratamiento, prevención de casos graves mediante IA...

Creo que sería bueno recordar este espíritu, tremendamente generoso, porque ayudó a toda la sociedad y nos ha ayudado también de cara a la reconstrucción social y económica. También creo que sería igualmente bueno recordar la generosidad de las donaciones altruistas de la sociedad valenciana que se destinaron íntegramente a proyectos relacionados con la ciencia y la investigación frente a la Covid-19 en nuestra Comunitat.

Y es que nuestros proyectos, que estamos ya poniendo poco a poco en marcha, el Centro de Envejecimiento y el Nodo Ellis, en Alicante, la Valencian Graduate School de IA, liderada por la Universitat Politècnica de València, de ValER, la Fundación Valenciana de Excelencia investigadora, en Castellón, siguen todas el concepto de “instituciones sin paredes”, es decir, aquellas que desde un punto concreto benefician a toda la comunidad y que inyectan talento, excelencia y colaboración en el sistema.

Distrito Digital o la Agencia Valenciana de la Innovación son otros dos ejemplos. Actúan en el territorio, vertebrando la capacidad innovadora y transformadora de una comunidad como la nuestra, que se adapta y se reinventa constantemente.

He dicho que son instituciones sin paredes, pero podríamos decir sin muros. Y esto demuestra nuestra capacidad de crear y de innovar.

A menudo, en los territorios se producen diferencias. Centros de poder que se olvidan de la importancia de la periferia y zonas de frontera que se sienten relegadas y que, a veces, lo han sido. Pero si algo han demostrado estos gobiernos del Botànic es su capacidad descentralizadora y su vocación de innovar, precisamente, en este sentido. Hacer lo que nunca habían hecho otros.

No es fácil, soy la titular de la primera conselleria fuera de la ciudad de Valencia. La primera en Alicante. Crear algo nuevo y cambiar las cosas es siempre un desafío. Siempre habrá resistencias, inercias y muchos obstáculos, pero debemos superarlos, debemos adaptarnos y evolucionar para hacer posible un modelo económico que sitúe a la Comunitat Valenciana en la vanguardia, donde se merece estar. Hacer lo que nunca nadie había hecho antes. Y hacerlo bien.

Y hay algo muy importante para conseguir este cambio: no volver a repetir los mismos errores del pasado. Levantar muros o enfrentar territorios puede ser una tentación fácil para conseguir objetivos a corto plazo. Pero hacerlo nos hace daño a todos y cada uno de nosotros. Nos impide avanzar, nos distrae de nuestros objetivos. La innovación, insisto, es colaboración. ¿Cuál queremos que sea nuestro legado?

Uno de los requisitos de los Planes Complementarios del Ministerio de Ciencia e Innovación era la colaboración entre comunidades autónomas. Hemos recibido la aprobación de cuatro de estos planes y nuestro personal investigador ya está trabajando de forma conjunta con otras autonomías. La colaboración es la clave para potenciar nuestras oportunidades y convertir en fortalezas nuestras debilidades porque el resultado siempre será que la investigación y la innovación avancen. Y eso es justo lo que queremos.

Por eso, desde la Generalitat apostamos por políticas de innovación inclusiva, en las que nadie, ningún territorio, quede atrás. Porque queremos una sociedad que se adapte a los cambios para mejorar, para superarse y avanzar. Y eso solo podremos hacerlo trabajando de forma conjunta desde Alicante, Valencia y Castellón.

Que nuestros esfuerzos se dirijan siempre a conseguir situarnos en la excelencia. Y para conseguirlo no podemos levantar muros, sino tender puentes y avanzar unidos.