Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Fernando Ull

EL OJO CRÍTICO

Fernando Ull Barbat

Aquellas serpientes de verano

Foto de archivo de José María Aznar

Durante los veranos, como todo el mundo sabe, suele darse una falta de noticias de cierto calado debida a la semi paralización de la actividad política. Hace años, cuando yo era joven, los periódicos y los suplementos de fin de semana se llenaban, durante la época estival, de noticias sin mucho interés con reportajes sobre cantantes o de personajes de la noche marbellí que ayudaban a pasar la tarde tumbado a la bartola (qué gran expresión) mientras en la televisión, de fondo, se escuchaba el Tour de Francia. La vida se adaptaba a la ausencia de noticias relevantes y al hecho de que los políticos estuvieran de vacaciones. Adolfo Suárez se dejaba fotografiar en bañador blanco un poco ajustado. Manuel Fraga hacía queimadas dando grandes manotazos y Felipe González se iba a Andalucía, su tierra, al coto de Doñana, lo que molestaba mucho a todos esos periodistas que habían vivido muy bien durante el régimen franquista, porque, como todo el mundo sabe también, los políticos de izquierda deben veranear en una choza de pastor, comer bocadillos de mortadela y beber vino de un porrón mientras observan a los hijos cazar moscas.

Aquel equilibrio veraniego se terminó con la llegada a España de la rabia política que trajo José María Aznar cuando se incorporó a la política nacional en 1990 proveniente de Castilla y León. Los veranos dejaron de ser una tregua en las discusiones del Congreso de los Diputados. Había que atacar al Gobierno por todo y en todo momento. La virulencia con que Aznar y sus compañeros de partido más cercanos atacaron al Gobierno socialista fue algo nuevo en la democracia española. No se hacía en el Congreso sino en medios de comunicación afines. La política nacional se crispó como nunca ha vuelto a ocurrir. Cualquier medio era válido lo que visto ahora no sorprende puesto que el responsable del andamiaje intelectual fue Miguel Ángel Rodríguez. Se puso en marcha una operación de acoso y derribo contra Felipe González por parte de un grupo de periodistas en colaboración con Francisco Álvarez Cascos para impedir que el PSOE ganara las elecciones de 1996. Muchos años después, uno de aquellos periodistas, Luis María Anson, reconoció los hechos. Se tensó al máximo la democracia para acabar con González a cualquier precio. A aquel grupo de periodistas, en el que también estaba Pedro J. Ramírez, se le bautizó como el sindicato del crimen.

Tiempo después supimos el motivo de aquellas prisas por llegar al Gobierno de España. Querían forrarse a costa del erario público. Los principales colaboradores de Aznar, los que más agitaban a los cuatro vientos la corrupción de los últimos años de gobierno de Felipe González, acabaron en la cárcel o procesados en casos de corrupción: Cascos, el urdidor de la trama periodística mafiosa, junto con Rato, Zaplana, Jaume Matas, Federico Trillo o Miguel Arias Cañete. Hay un chiste que dice que de la boda de la hija de José María Aznar sólo quedaron sin imputar los camareros. Miguel Ángel Rodríguez ha sido procesado por conducir borracho y estamparse contra media docena de coches en una calle de Madrid, pero no por corrupción. Algo es algo.

Este verano los periódicos impresos y los digitales de Madrid se han quedado sin noticias que puedan alimentar su razón de ser: tratar de derribar un Gobierno de izquierdas como hicieron hace casi treinta años. La diferencia es que ahora la corrupción está focalizada en el Partido Popular, la recuperación económica es un hecho y el desempleo baja mes a mes. El odio a Pedro Sánchez es el mismo que se tenía por Felipe González. Mientras tanto los periódicos de las principales ciudades de España, pertenecientes al grupo Prensa Ibérica, continúan informando durante el verano de las noticias que realmente interesan a los ciudadanos. De ahí la importancia de la prensa regional. En un país donde existen varias lenguas y cada región posee una riqueza cultural que las individualiza de las demás y al mismo tiempo las une, el centralismo que se quiere imponer desde Madrid no tiene visos de prosperar. Es por ello que el periodismo de Madrid es tan distinto al que se hace en el resto de las principales ciudades españolas. El primero está anclado a la crispación y en la obsesión por crear polémica donde no las hay. El segundo modelo de periodismo trata de hilvanar el futuro de nuestro país porque ejercer el periodismo debe responder a la idea de crear y no de destruir y de ayudar a que el ciudadano se forme su opinión por sí mismo una vez que conozca los datos reales no tergiversados. Ejemplo del primer modelo es la serpiente de verano creada sobre la devolución de menores marroquíes que estaban en Ceuta en situación irregular. Estos menores son responsabilidad de sus padres y del reino de Marruecos. No de España. El Gobierno de Ceuta lo ha llevado a cabo, con el apoyo del Ministerio del Interior, en virtud de un acuerdo entre España y Marruecos. Acuerdo que se ha aplicado y se seguirá aplicando.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats