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Lalo Díez

Bares, qué lugares

Son esas decisiones de reducir horarios al tiempo que la gente está sin toque de queda, de vacaciones, las que nos guían de la mano de expertos que no aportan un solo estudio

La terraza de un bar de Alicante cerrado por las restricciones el pasado mes de febrero MANUEL R. SALA

Por muy increíble que les parezca a los que más me conocen, y sobre todo a los que me soportan estos últimos meses, me resulta muy complicado escribir sobre algo tan nuestro, y con lo tanto me he relacionado personal y profesionalmente desde joven. Quizás sea esta situación que nos ha desbordado, y que ha llevado a un sector que contaba con más de 300.000 empresas (unas 30.000 en la Comunidad Valenciana) a bajar la persiana de miles de negocios, dejando en la ruina a muchos autónomos, y empresarios que no sólo han perdido su fuente de ingresos en casa, sino que, además cargan con una deuda que arrastrarán durante años.

Han sido, son y serán las decisiones políticas tomadas por cada administración, las que han marcado el destino de un sector, por el que todos pasan en algún momento de sus vidas, bien para un banquete, bien para unas copas de fin de semana, o para leerse el periódico y tomarse un café durante media mañana en la mesa de turno. Son esas resoluciones de los “expertos” que se reúnen a puerta cerrada, que no muestran un solo informe, o un solo estudio comparativo donde se vea cómo, cuándo, dónde y cuántos… las que están marcando la vida de nuestras familias.

Porque por mucho que algunos utilicen los muertos para tirarlos encima de la mesa como si fueran suyos, los muertos son de todos. Nosotros, los de los bares, también tenemos madres, hijos, maridos, familiares o amigos a los que queremos, y por los que también sufrimos con cada ola, con cada repunte, con cada mala noticia. Por ellos seguimos en pie peleando cada mañana, intentando llegar a una orilla, que cuanto más se acerca, más lejos nos vuelve a dejar después de 18 meses y medio escuchando una cosa y la contraria, una resolución en Cádiz, otra en Vigo a ritmo de luces de navidad y otra en Castellón.

Son esas decisiones de reducir horarios, al tiempo que la gente está sin toque de queda, de vacaciones y recién eliminada la mascarilla en exteriores, las que nos guían de la mano de los expertos que (a pesar de solicitarlos por escrito) no aportan un solo estudio de campo contrastado, al punto que la responsable de la salud de todos los valencianos se permite el lujo de afirmar que no tiene ni idea de dónde vienen el 50% de los contagios, el mismo día que reduce el horario de los locales, y decreta el cierre del ocio nocturno.

Un Consell que lleva más dos meses y medio sin sentarse a la mesa a tratar ni una sólo de las decisiones que afectan a nuestras familias, como si fuéramos pasado y no importáramos lo suficiente para perder un par de horas de su tiempo debatiendo con un sector, del que todos se han pavoneado durante años en Fitur o en aquellas ferias donde salimos a vender la marca Comunidad Valenciana.

Está claro que no es sencillo resolver esto, ni que el sector pida barra libre, o que nadie prime la salud sobre la economía. Pero después de 18 meses sin ver la luz del túnel en muchos hogares, es lógico preguntarse ¿Puede haber salud sin economía? ¿Hay algún plan para cuándo estemos vacunados? ¿Volveremos a abrir las puertas de nuestros negocios tal y cómo eran antes?

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