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Joaquín Rábago

Con Angela Merkel perderá Putin su mejor interlocutor en la UE

La canciller de Alemania, Angela Merkel

Con el próximo abandono de la política por la canciller alemana Angela Merkel, tras dieciséis años ininterrumpidos al frente del país, el presidente ruso, Vladimir Putin, perderá a quien ha sido seguramente su mejor interlocutor en Occidente.

Merkel ha coincidido con cuatro presidentes de EEUU, otros tantos franceses, cinco primeros ministros británicos e incluso dos presidentes chinos, pero siempre ha estado allí el hombre del Kremlin, que ahora la sobrevive.

Como contaba el otro día el Frankfurter Allgemeine Zeitung, desde el verano de 2012, cuando Putin volvió a recuperar la presidencia de su país tras cuatro años como primer ministro, hasta el pasado mes de otoño, Putin y Merkel se telefonearon 67 veces y se reunieron hasta en 24 ocasiones.

Sólo en el primer semestre del año 2014, después de que Rusia se apoderara de Ucrania y provocara una profunda crisis con la Unión Europea y el resto de Occidente, la jefa del Gobierno alemán sostuvo más de treinta conversaciones con el líder ruso. .

Una ventaja que tienen ambos políticos es que cada uno de ellos habla la lengua materna del otro: Merkel se crió en la antigua Alemania comunista y aprendió allí ruso con notable aprovechamiento.

Durante un intercambio con estudiantes de física en Moscú y Leningrado, la futura canciller alemana conoció a su primer marido. Y, según cuentan sus biógrafos, Merkel viajó por el Cáucaso y es además conocedora de la literatura clásica rusa.

A su vez, Putin trabajó como agente del KGB soviético en Alemania Oriental: estuvo destacado en Dresde, donde vivió con su mujer y sus dos hijas, que fueron a una guardería de la ciudad, y allí asistió impotente a la caída del muro de Berlín, algo que iba a marcarle profundamente.

Como señalaba también el citado diario conservador de Frankfurt, Merkel, hija de un pastor luterano, conoció bien la sociedad rusa gracias a sus viajes por ese país y tomó también conciencia “de las técnicas de manipulación” del poder soviético.

Y de ahí el respeto que la dirigente alemana ha inspirado siempre a Putin, quien admira entre otras cosas su seriedad y su detallado conocimiento de los temas que ambos abordan.

Hay otras cosas que los separan como el evidente machismo del líder ruso, a quien le gusta dejarse fotografiar mientras practica sus deportes preferidos como el hockey sobre hielo o el yudo o cuando monta a caballo con el torso desnudo.

Merkel no se ha dejado nunca impresionar. Ni siquiera cuando Putin, sabedor de que la canciller tiene miedo a los perros, permitió que un gran labrador se le acercara durante una reunión que ambos mantuvieron en la residencia oficial del líder ruso en la ciudad de Sotchi.

La dirigente cristianodemócrata alemana no ha tenido tampoco pelos en la lengua a la hora de abordar con su interlocutor temas que los separan como es la anexión ilegal de Crimea o el trato que da Rusia a los disidentes, incluidos los intentos de asesinato de espías u opositores como el envenenamiento de Alexéi Navalni.

Incluso ha apoyado Merkel cuando ha hecho falta las sanciones de Occidente contra Moscú tanto por Crimea como por el apoyo de Rusia a las fuerzas separatistas activas en el este de Ucrania, y ello a sabiendas de que estaba haciendo un flaco favor a la industria alemana.

En lo que, sin embargo, la canciller no ha cedido a los deseos de Washington ha sido en su decidida defensa del segundo gasoducto germanorruso del Báltico, el Nord Stream 2, en el que EEUU, algunos países del este de Europa e incluso los Verdes alemanes ven sobre todo un intento del Kremlin de aumentar la dependencia energética europea de Rusia y castigar económicamente a Ucrania.

El abandono definitivo del poder por parte de Merkel deja a Occidente sin la figura política que mejor ha entendido siempre a Rusia y, a su vez al Kremlin, sin una interlocutora dura y firme, pero siempre fiable. 

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