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Rafael Simón Gil

EL OCASO DE LOS DIOSES

Rafael Simón Gil

La luz pasará factura

La luz está alcanzando máximos en septiembre

Esta semana, a las órdenes del Gobierno @sanchezcastejón, España volvía a batir varias veces el récord histórico del precio de la luz. Tan dramático como lo están sintiendo ustedes dos cada mes en su magro bolsillo. Y tiene kilovatios que desde el Gobierno y sus súbditos mediáticos se culpe de este intolerable expolio a todos y todas menos a ellos y ellas, a los verdaderos responsables, es decir, al gobierno Sánchez. Cuando se gobierna, se gobierna, para lo bueno y para lo malo; para irte de plácidas vacaciones al palacio regalado por el rey Hussein con todos los lujos imaginables -sin tener que pagar gastos de luz, lavadora y horno-, para pasearte por Nueva York rodeado de más guardaespaldas que Biden, o para dar la cara día sí día también a millones de españoles que no pueden soportar ese inmoral precio de la luz. Máxime, cuando te atribuyes los éxitos contra la pandemia o impones legislar a golpe de decreto. Ya lo advertía con cierta dosis de cinismo eléctrico el político estadounidense D. W. Morrow: Si un partido político se atribuye el mérito de la lluvia, no debe extrañarse de que sus adversarios lo hagan culpable de la sequía”.

El tema de la factura de la luz, en su dimensión insoportable, insolidaria e injustificable, dadas las características que deben informar a gobiernos de izquierda (más la extrema izquierda sentada en Moncloa para que nadie se quede atrás), es tan sencillo de entender como lo que está pasando en Alicante con los fondos que la Agencia Valenciana de Innovación (AVI por sus siglas en Valencia) ha destinado este año a las provincias de la Comunidad, a saber: que más del el 82% de los mismos los adjudican los políticos de Valencia a proyectos de Valencia dejando Alicante a oscuras en busca de la linterna de Diógenes. Si Alicante representa un 38% de la población de la Comunidad Valenciana y un tercio de su PIB, no parece de recibo que se le asignen esas míseras migajas que el AVI le otorga al Lázaro alicantino como en la parábola bíblica de la mesa del rico epulón. A eso lo habría llamado Ortega, en su juventud, la “Comunidad Valenciana invertebrada”; y Gasset, en su madurez, “el centralismo periférico”. “Alicantino que vienes al mundo te guarde Dios. Una de las dos Valencias ha de helarte el corazón”, cantaría don Antonio de seguir vivo.

Pero volvamos a la luz no sea que entre tantas tinieblas no veamos lo que interesa. Las compañías eléctricas han sido y siguen siendo en España una de las puertas giratorias más lucrativas y obscenas, ética y estéticamente, para una parte privilegiada de la clase política española (incluidos vascos y catalanes). Ese pingue destino donde aterrizan nuestros hombres y mujeres tras abandonar la primera línea del quehacer político, ha afectado nada menos que a tres expresidentes del Gobierno (Calvo Sotelo, Felipe González y José María Aznar); a más de veinte exministros del PP y PSOE (Ángel Acebes y Ana Palacio del PP…; Ángeles Amador, Josep Borrell, Elena Salgado, Joan Majó y Miguel Boyer, del PSOE…); o destacados líderes políticos como Miquel Roca, de CIU y Josu Jon Imaz del PNV. Súmenle las decenas de secretarios de Estado y familiares de políticos y tendrán una cifra que supera con creces la cincuentena. Pero ellos y ellas no salen de la política por una puerta dorada para entrar en las eléctricas por la puerta de la pobreza energética, no; se trata de puestos altísimamente remunerados. Valga de ejemplo el lucrativo estipendio asignado a Beatriz Corredor, exministra de Vivienda con Zapatero, que asciende a la astronómica suma de 546.000 euros en Red Eléctrica.

C´est-à-dire, mes amis, que los mismos y mismas que podrían crear y regular las reglas del mercado cuando están en el poder pueden aterrizar posteriormente en los órganos de decisión de ese mercado cobrando sueldos que superan la velocidad de la luz. ¿Quién paga todo eso? Cuando eran políticos, ustedes dos con sus impuestos; cuando son directivos, ustedes dos con el recibo de la luz. ¿Creen ahora que, con esta sucinta explicación, no exenta de cierta dosis de bombilla cegadora, tienen más de luz para ver y entender? ¿Todavía no? En ese caso aconsejo que dejen de leer y pidan cita con su oftalmólogo de confianza (antes oculista) para que les haga una revisión de miopía a fondo; o mejor aún, consigan plaza interina de conserje de hotel y pidan ser asignados al puesto de corredor (no la corredor de 546.000 euros) de puertas giratorias. Verán con qué grácil agilidad pasan de un lado a otro de la puerta nuestros papás y mamás patrios. Y todo ese ir y venir se hace dentro de la legalidad, aunque no veo muy claro (por el recibo de la luz) si lo es dentro de la ética y la estética.

Ante ese negro panorama, para desviar el foco de la luz, @sancjezcastejon y sus socios de extrema izquierda han azuzado contra la derecha una agresión homófoba en Madrid que resultó ser falsa. Da igual, no dejes que la verdad te impida una buena consigna o que la realidad destroce de un plumazo tantas arengas ultraortodoxas del feminismo de salón (esta semana, en un programa de la cadena SER, el periodista Quique Peinado le dijo a la entrevistada Irene Montero: “Tienes un coño como esta mesa de grande” a lo que la ministra de Igualdad contesto: “Es un piropo muy bonito”). De ahí que valga una última reflexión (unidas, podemos hacerla). ¿Se imaginan que ese astronómico precio de la luz fuera con un gobierno de derechas o que el piropo sexista, grosero, antifeminista, impresentable y soez lo hubiera proferido un periodista desafecto al régimen talibán de la extrema izquierda? Las calles estarían iluminadas, ardiendo, azuzadas por el fuego que la divina izquierda y la ultraizquierda en el Gobierno se habrían encargado de prender. En cuanto al piropo, prefiero que opine alguna de ustedes dos. Pero no se equivoquen, tarde o temprano la luz les pasará factura. Los piropos no, les encantan. A más ver.

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