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Marc Llorente

TEATRO CRÍTICA

Marc Llorente

Venerado hechicero

Interior del Teatro Principal de Alicante. | JOSE NAVARRO

Volvió al coliseo, con nuevo espectáculo en el equipaje, ese familiar que periódicamente nos visita con armas de gran comediante. El Brujo domina el terreno y sigue hipnotizando a la parroquia desde el púlpito teatral. En otras ocasiones hemos transitado con él por la mitología griega, la tradicional picaresca española, la mística, Shakespeare, Cervantes, Lope de Vega o Calderón. Ahora es El alma de Valle-Inclán. Rafael Álvarez siempre se divierte y consigue divertir e ilustrar al público cómplice. Y no solo se asiste a ver un íntimo montaje con música de Javier Alejano, sino a vivir una experiencia con la brujería innata que el actor desprende. El vehículo que conduce el Brujo describe la estética y la ética del escritor. Centra su enfoque en Divinas palabras (1920), tragicomedia de quien luego señaló, en Luces de bohemia, la fuerza expresiva del esperpento con la acentuada imagen de los espejos cóncavos y el sentido trágico de la realidad española. Pasiones, amor y muerte. La avaricia, la lujuria y la deshumanización permanecen en pie con sus líneas grotescas. Describe las escenas y le saca punta a las minuciosas, escabrosas o líricas acotaciones del texto de Valle-Inclán. Éstas controlan a los personajes, las situaciones y otras pautas del modo de escenificación. El espíritu del dramaturgo reside ahí. Una de esas obras para ser representadas en espacios abstractos, con gran libertad. El pasado y el presente se funden. O el desafío de la mujer rompedora de esquemas sociales, y cuando Valle-Inclán perdió el brazo a los pocos días después de una discusión. El lúdico y poético carácter del Brujo se vuelve a sentir al evocar imágenes con la voz y sus recursos cómicos e interpretativos. Saltan las chispas de actualidad que suele incluir, haciendo uso de los clásicos con su mirada irónica. El prestidigitador sostiene la tradición narradora y orienta la liturgia ante la amplia feligresía. El ingenioso caballero de la alegre figura y el supremo juego del arte. Es el venerado hechicero de siempre. El problema sería si no fuese así.

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