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José Ramón Martínez-Riera

Presencialidad desde la responsabilidad

La Universidad de Alicante se vuelve a llenar de alum- nos el primer día del curso presencial. ALEX DOMÍNGUEZ | V.B.

 El curso académico 2021-22 se ha iniciado en la Universidad de Alicante y lo ha hecho con la máxima presencialidad.

La pandemia privó a la comunidad universitaria de la convivencia, la docencia, la relación… presencial y cercana que identifican a una Universidad presencial como la de Alicante.

La situación generada por la COVID 19, significó un duro golpe para la dinámica universitaria, pero sirvió para hacer visible la gran capacidad de respuesta del personal laboral y estudiantes con su actitud y comportamiento ejemplares que permitieron que la actividad tanto docente, investigadora como administrativa y de servicios se adaptara para seguir ofreciendo servicios de calidad, pero, sobre todo, de seguridad.

Las medidas de urgencia que fue adaptando la Universidad de Alicante para dar el debido cumplimiento a las que se trasladaban por parte de las autoridades sanitarias fueron un reto que obtuvo una respuesta eficaz y eficiente gracias a la sensibilidad, implicación y, sobre todo, gran responsabilidad de toda la comunidad universitaria y muy especialmente del Servicio de Prevención y las/os delegadas/os de prevención que integran el Comité de Seguridad y Salud, junto al equipo rectoral, que centraron toda su atención, esfuerzo y dedicación en garantizar la máxima seguridad tanto de quienes seguían asistiendo presencialmente al campus como de quienes lo hacían virtualmente desde sus casas.

El descenso de la tasa de incidencia y el aumento de la tasa de vacunación, han permitido que el nuevo curso académico pueda iniciarse con la máxima presencialidad.

Puede parecer que recuperar la presencialidad no ha comportado dificultad alguna al retomar la actividad habitual que caracteriza a la Universidad de Alicante. Nada más alejado de la realidad. Si bien es cierto que las condiciones epidemiológicas favorecían esta recuperación, no podemos olvidar que la pandemia sigue latente y existen riesgos potenciales que en ningún caso pueden ni deben obviarse, por lo que los esfuerzos por mantener un campus seguro y saludable se tuvieron que redoblar a fin de adoptar las medidas que permitiesen compaginar una supuesta normalidad con una imprescindible alerta, que no alarma, ante posibles riesgos. Pero, además, se requería de una información clara, concreta y puntual, dirigida a todos los colectivos de la Universidad para lograr, por una parte, el conocimiento de las medidas que permitían la máxima presencialidad y, por otra, la concienciación de todas/os para que las mismas fuesen efectivas y eficaces.

De nada servirán los esfuerzos de las/os responsables de poner en marcha las medidas de protección y seguridad ante la pandemia en esta nueva situación si de manera tanto individual como colectiva, cada una/o de nosotras/os no somos capaces de asumir la parte de responsabilidad social y de salud que nos corresponde como parte esencial de la comunidad universitaria.

La posibilidad de mantener la presencialidad y con ella la normalidad deseada y esperada está en la voluntad, la implicación y el compromiso que cada miembro de la comunidad universitaria asuma. Nadie puede ni debe esperar que sean otras/os quienes tienen la responsabilidad de la seguridad de todas/os. No es razonable en un contexto como el universitario que se tenga que ir recordando a toda hora cuáles son las medidas que deben seguirse para protegerse y proteger.

La presencialidad no supone normalidad. La normalidad alcanzada con la presencialidad, por su parte, no supone ausencia de riesgos y debe ser entendida como un paso más en el intento compartido con toda la sociedad de lograr una realidad segura, solidaria y saludable.

La vacunación nos inmuniza y protege del virus, pero dicha inmunización no será eficaz sino interiorizamos individualmente la importancia de nuestra apuesta personal como forma de inmunizar el entorno en que convivimos de riesgos previsibles, sino somos capaces de promocionar hábitos y conductas saludables, sino tenemos solidaridad en el esfuerzo compartido, sino aumentamos la sensibilidad colectiva con relación a la salud, sino identificamos la aportación que como agentes de salud tenemos todas/os, sino asumimos la responsabilidad de la seguridad individual y colectiva, sino participamos activamente en la generación de una Universidad Saludable que sea capaz de proyectar una imagen social coherente, madura, resiliente, responsable y solidaria.

Resulta imprescindible asumir que la salud no se determina en base a medidas que deben cumplirse por imperativo legal o por acciones que penalizan, desde una perspectiva de lo que algunos autores denominan como salud persecutoria. La salud, al contrario, deber ser identificada como un derecho, pero también como un deber universal en el que la conciencia participativa sea capaz de promocionarla y fomentarla más allá de lo estrictamente normativo, siendo protagonistas de su construcción y mantenimiento desde el conocimiento, pero también desde la responsabilidad.

La Universidad de Alicante puede y debe ser un referente para toda sociedad de la que forma parte, al tiempo que contribuya con su apuesta responsable a la salud comunitaria desde la participación y la conciencia colectiva, articulando estrategias, proyectos, necesidades, demandas, respuestas, recursos y voluntades.

Son muchas las ganas por alcanzar eso que hemos venido en llamar la nueva normalidad, que no es más que recuperar lo que nos identifica como personas sociales y sociables que comparten, desde la presencia, la esencia del contacto directo y personal. Para ello es importante que nuestra aportación y nuestro comportamiento son fundamentales para lograrla más allá del seguimiento coercitivo de las normas.

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