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Sin confianza. La provincia de Alicante postcovid

Panorámica de Alicante JOSE NAVARRO

En honor a la verdad, este artículo podría llevar el mismo encabezamiento cambiando el postcovid por el precovid, o incluso durante el COVID-19.

Si lo que esperan es que a medida que vayan leyendo se vayan dando cuenta de que mal estábamos antes, durante y después, habremos conseguido el objetivo, de lo contrario estaremos incurriendo en una autocomplacencia inútil y peligrosa. Y lo que sostengo en estas líneas es que nuestra provincia está estructuralmente mal, pues sí lo estaba antes, durante y después de la pandemia, lo reitero.

Parece hasta mentira, con toda la carga emocional que esto conlleva, que hasta el más profano en materia económica y que orgullosamente habla de su provincia, se pregunte sin obtener respuesta cómo teniendo en ella el sol, el turismo, la construcción, el mármol, el muelle, la agricultura, el turrón, el juguete, el calzado, el textil, y perdón si me dejo algún sector, no somos capaces de sacarle punta a una situación que viene de lejos y que de no variar el rumbo tardará en revertir. Cabe pues la pregunta, ¿todo va mal?

Particularmente me posiciono que, en líneas generales, es cierto que va mal, a pesar de los sectores nombrados y el tirón que deberían tener pues no en vano Alicante tiene supremacía sobre otras zonas de España, de Europa e incluso del mundo.

Está claro que no hemos sido capaces de generar una política económica que irradie confianza, y así las metas a conseguir se me antojan imposibles.

Pero ¡ojo! Que la dificultad se acrecienta cuando vemos que esto no es un problema local, ni provincial, ni autonómico, ni siquiera estatal, es un compendio de todos y cada uno de los poderes, que día a día nos demuestran su insultante incompetencia. Interesaba dejar esto muy claro para que cuando esto sea leído y valorado, nadie se “llame andana”.

Dado por cierto lo anterior corresponde cambiar el entorno y la dirección, y quién sabe si las personas también.

En todo caso, habrá que sostener una economía provincial que debe ser mucho más próspera y competitiva, recuperar el sitio que hemos perdido y que nos corresponde de hecho y derecho, y que probablemente obedezca a no haber hecho las cosas como se debían y desde luego, proceder pero desde este preciso momento a transformar, con nuestro sentido y vocación empresarial y la ayuda necesaria de las nuevas tecnologías.

Sí que es cierto que llevamos un tiempo asistiendo a una crisis económica diferente, y que además nace de una crisis sanitaria de índole global. Venimos asistiendo a una crisis de demanda de unos resultados impredecibles de hacerse persistente en el tiempo.

El propio Gobierno de la Nación no ha destacado ni por su eficacia ni por su diligencia, más bien todo lo contrario. Lejos de ser críticos con ellos mismos y dar ejemplo, se echan flores. Algo que es muy legítimo pero bochornoso a todas luces. Pero nada ni nadie somos capaces de poner proa a este comportamiento, más allá de las tertulias de café.

Al igual que ocurría en 2008, el sector privado en particular, a final del ejercicio 2019 ya empieza a sufrir, y efectivamente agravó con la pandemia. A pesar de lo que opinan otros economistas, a los que procuro respeto, algunos problemas de fondo se han mantenido, por lo que con COVID-19 o sin ella, la recuperación se hacía imposible. Fíjense sino en nuestra estructura productiva, la alta descompensación en el mercado laboral por la composición o proporción de autónomos y microempresas, que junto a las pymes son la base de nuestro tejido empresarial, teníamos y tenemos una elevadísima temporalidad en el mercado laboral y por tocar a las administraciones públicas, el preocupante y endémico desequilibrio financiero.

Solamente les daré un dato, agregado, según las estimaciones del Banco de España, la economía española desde 2014 arrastra un déficit estructural (aquel que no depende del ciclo, sino de la capacidad de los ingresos ordinarios para financiar los gastos previstos). Pues bien, se ha ido agravando y en el último año antes de la COVID-19 todo el déficit ascendía al 2,8% y era de carácter estructural. La deuda pública lejos de disminuir, ha venido creciendo y en mayo/2020 rebasó la simbólica cifra del 100% del P.I.B. En septiembre de 2021 íbamos camino de batir record, negativos claro, (1,4 – 1,5).

Esto provoca una caída de la actividad alarmante si lo que pretendíamos era crecer de forma sostenida.

Hablaba como soluciones, muy personales de este humilde economista, en primer, lugar de sostener, y en consecuencia la primera y más razonable medida de política económica debe y tiene que ser la de tratar que nuestra economía no caiga, en tanto en cuanto pasa el problema, no solo sanitario sino de oferta y especialmente de confianza.

Debemos de iniciar la recuperación de la senda del crecimiento, que se hace imprescindible para poder garantizar la viabilidad de nuestras empresas provinciales, autonómicas y nacionales, y por supuesto sin descuidar ni un solo segundo las finanzas públicas, esas de las que el presidente del Gobierno parece gobernar al margen. Y no debemos olvidar que los empresarios de la provincia llevan muchas décadas dando muestras que la recuperación tiene que estar protagonizada por la empresa privada. Estoy seguro que no se nos ha olvidado, muy a pesar del injusto olvido que de ellos hace gala la administración.

Y por último la transformación necesaria. Esto no solo lo ocasionó la pandemia, quizás lo ralentizó. Pero tenemos y debemos incidir en dicha transformación de nuestro tejido empresarial y de servicios.

Para ello debemos de poner coto al limitado potencial de crecimiento por las carencias en la formación y organización del mercado de trabajo. La solución está en nuevas tecnologías e investigación y desarrollo.

Pero es que los cambios que había que hacer a nivel nacional se han parado en seco, y cómo no esto ha afectado de lleno a nuestra provincia.

Estamos en condiciones de afirmar que quienes tienen muchos deberes sin hacer son los políticos, no las empresas. Hemos hablado de los desequilibrios financieros, pero para finalizar les pregunto a ustedes ¿traerán buenas consecuencias para esta sufrida Provincia de Alicante y para el Estado en general, el desequilibrio en el sistema de pensiones, insostenible a medio plazo para el más imparcial de los observadores?

Particularmente pienso que no, pero insisto, para hacer todo esto, vamos a generar entre todos una gran CONFIANZA, porque es que ocurre que lo que está en juego es nada más y nada menos la provincia, nuestra provincia.

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