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Pilar Ruiz Costa

Una ibicenca fuera de Ibiza

Pilar Ruiz Costa

Newton para entender España

Manzanas en el suelo

En nada el emérito nos vuelve a casa. En algún punto entre Halloween y Navidad, ya lo verán. Estaría bien que, volviendo de Arabia, lo hiciera en alfombra mágica. Qué menos. De hecho, ya casi vuela porque no le cabe más mierda abajo. A la alfombra, huelga decir. Ya es casi oficial, aunque sorpresa en absoluto: la Fiscalía archivará las investigaciones sobre los más que presuntos delitos económicos del que fuera la cara visible de las monedas de cinco duros. La Ley de la gravitación de Newton: «Las leyes del movimiento son la inercia, la fuerza, la acción y la reacción». Si uno delinque por inercia y no encuentra fuerza que lo frene, quiere decir que cada acción tiene una reacción, pero a veces es la reacción del avestruz. Lo que viene a confirmar que la justicia es igual para todos, pero todos, al final, somos siempre los mismos. Si uno no tiene cuenta en Suiza, residencia en Andorra, testaferro en las Seychelles, sociedad en Panamá o una offshore en las Islas Vírgenes; si uno es de los que recibe puntualmente una carta de Hacienda reclamando un pago, ya puede empezar a sospechar que cae del lado de los mismos.

Yo, por si las moscas he dejado clarito en mi perfil en Tinder que, tras varias decepciones, espero que el amor y la gratitud se me demuestren, pero ahora en millones. Que las palabras se las lleva el viento y los vientos siguen escapando de la caja de Pandora. Pero nada, nadie me hace match. Culpa mía, claro está, por publicar una foto a pelo en lugar de pasarla por el filtro sushi de Instagram. A pelo y a oscuras, que cualquiera enciende la luz entre semana. Ando impaciente porque me llegue la factura para ver entre los roscos de colores que explican mi despilfarro en lavadoras, las noticias de los nuevos fichajes en asesores y vicepresidentes. Quién quiere un Messi o un Mbappé cuando puede tener a Aznar o a Carmona con un 666 en la camiseta. Goles versus pelotazos. Como explicaba Newton: «La naturaleza corpuscular de la luz tiende a la refracción». Pocas cosas refractan tanto como un buen fajo para que quien ‘tenía valor y no precio’, pase a tener precio y pierda todo el valor al calor de unas puertas giratorias. Esto también lo predijo Newton en sus leyes para la rotación: «Un objeto que gira en torno a un eje tiende a permanecer girando alrededor de ese eje, a menos que interfiera alguna influencia externa». La Fiscalía, por ejemplo. «La inercia rotacional de un objeto depende de su masa y de la distribución de la masa en relación con el eje de rotación». El eje de rotación siempre es dinero y una masa habitual es tener la cara muy dura. 

«Lo que sabemos es una gota de agua, lo que ignoramos es el océano», lo dijo Newton ayer, pero vale para cualquier titular de la prensa de mañana. «Hay que hacer las reglas, no seguirlas» también fue legado de Newton y los corruptos se lo aplican. Yo no necesito ya que me caiga una manzana para entender la gravedad y todo esto es grave, muy grave. 3.836 manzanas podridas. 587 casos aislados. Islas somos los demás, los que mantenemos todo esto. Cuando circule por una carretera o espere en la consulta del médico, cuando vaya a un aeropuerto, hínchese de orgullo y exclame: «Esta ronda la pago yo».

¿Las manzanas podridas nacen o se hacen? ¿es antes el presunto o el máster regalado, el chiringuito, el imputado, el prescrito, el aforado, el inviolable o el ejemplo a seguir para la oposición? Newton da pistas en su ley de la fuerza: «Toda fuerza ejercida sobre un cuerpo es directamente proporcional a la aceleración que experimentará». Y esta fuerza nos llega desde las noticias del emérito a los panfletos políticos que alientan que no, no todos somos iguales ante la ley ni ante el fisco. Cuando se jactan de bajar impuestos, pero a las grandes fortunas. Cuando toca investigar a un presunto y votan que no y perpetúan, por si acaso, el secuestro del Poder Judicial. Cuando toca posicionarse ante la defensa de un bien público y lo hacen, ¡claro que lo hacen! Pero a favor del especulador. «¡Basta ya de radicales políticas expropiatorias e intervencionistas! ¡Cómo decirle a una eléctrica muchimillonaria o al propietario de mil viviendas lo que tiene que ganar! Cualquier joven —con el salario mínimo — a nada que se esfuerce podrá tener su propio fondo buitre algún día». ¿Lo escuchan? No es el silencio, pero tampoco suena a democracia, sino a desfachatez. El zumbido que emite la fuerza centrípeta que mantiene unidos a los cuerpos —presuntos y aspirantes a presunto — al objeto giratorio. 

«Gira, el mundo gira, en las calles, en la gente, corazones que se encuentran, corazones que se pierden, alegrías y dolores de la gente como yo…». O una última ley física, anónima esta vez: «No podemos apretarnos el cinturón y bajarnos los pantalones a la vez». Lo explica con mejor prosa un presunto y nobel de literatura: «Lo importante de unas elecciones no es que haya libertad, sino votar bien. Los países que votan mal lo pagan muy caro». 

@otropostdata

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