Sin quererlo, que es como mejor salen las cosas, el Hércules llega con un número redondo para su centenario. El aniversario (ya saben, en 2022) no llega en Primera División, ni con estadio en propiedad, ni con tantas otras cosas, pero sí lo hace con un dato perfecto: el de haber empleado 100 entrenadores en 100 años. Sergio Mora, exfutbolista del club hace casi dos décadas, ha tenido el honor de ser el protagonista de la cifra y todos deseamos que lo sea en el próximo año por el bien del club de la cabeza negra.
Tras una época de amateurismo en la que los equipos se autogobernaban (el Hércules llegó a ser subcampeón de España amateur sin entrenador oficial), el primer técnico fue Alejandro Finning, un británico de Águilas que lo fue todo en el pujante panorama deportivo de la Alicante prebélica. Cogió al equipo en la 31-32 y lo hizo campeón de Tercera; además fue uno de los fundadores de la Federación de Fútbol de Levante, directivo del Natación y trabaja como contable en la empresa Hawes y cía, importadora de bacalao. La Guerra le llevó a Londres, donde pasó el resto de su vida trabajando en una cadena de montaje. Después llegó Mister Harris, un inglés con fama de amigo del whisky y del póker y de buen masajista (lo había sido de la selección francesa en los JJ OO de París) que había sido subcampeón de Copa con el Real Unión de Irún en 1922. Con él se inauguró Bardín y al Hércules le hizo campeón regional y se marchó al Atlético.
Lippo Hertzka fue el primer fichaje estrella para el banquillo blanquiazul: había entrenado al Real Sociedad, Athletic, Sevilla y Real Madrid. Firmó para el campeonato de Tercera de la 32-33 que el Hércules terminó ganando, pero no subió a Segunda. Con el húngaro en el banquillo, que venía de ser campeón de Liga con el Real Madrid, el club alicantino debuta en la Copa. Hertzka después haría carrera en el Oporto y el Benfica, con el que fue campeón de Liga. La 33-34 fue irregular: el Hércules quedó cuarto en Tercera y el club decidió darle mando en plaza a Manuel Suárez de Begoña, delantero centro de la plantilla cuyo fichaje había sido anunciado a bombo y platillo año y medio antes en la megafonía de Bardín. Suárez, exjugador del Athletic y Arenas, compaginó la labor de técnico y jugador. El equipo llegó a cuartos de final de Copa y fue ascendido a Segunda en los despachos tras una reestructuración; no podía comenzar mejor la etapa del vasco en el banquillo.
Al curso siguiente el Hércules ascendió a Primera y en la 35-36 terminó sexto en la élite, además de haber llegado a semifinales en el torneo de Copa, su mejor clasificación histórica.
A los pocos días de estallar la Guerra, Suárez, icono del mejor Hércules, fue apresado en el Portal de Elche y fusilado en los alrededores de Aigües de Busot por su supuesta simpatía por el falangismo. Nadie pudo demostrar su afiliación. El Hércules, rearmado tras la contienda, puso una placa en Bardín y hoy una calle en el barrio de Alipark lleva su nombre.
