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Arturo Ruiz

Sí, me hice rico señoría

Hoy, Roselló arrastra un problema: la Fiscalía asegura que si su patrimonio se multiplicó fue porque aceptó sobornos de la empresa de la basura de Calp

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Los ingenieros recién graduados que no tienen más remedio ahora que trabajar como reponedores de supermercado no se van a creer esta historia: hubo una época, a principios de este siglo amargo, en que si no te hacías rico eras imbécil. Especuladores iletrados ganaban diez veces más que un catedrático de historia, se compraban adosados y cochazos como si fueran piruletas y los bancos daban crédito como si no hubiera un mañana. Parte de la clase política alentaba aquella filosofía delirante que acabó en la burbuja explotada de 2008 y uno de los más grandes fue Juan Roselló. En aquellos años, mientras nuestro ingeniero reponedor de huevos iba al parvulario, Roselló era poderoso: fiel escudero de Zaplana, diputado de Turismo por el PP y concejal también de turismo en Calp, uno de aquellos núcleos costeros donde cada palmo de terreno se vendía por un derroche de euros. Hoy, Roselló arrastra un problema: la Fiscalía asegura que si su patrimonio se multiplicó fue porque aceptó sobornos de la empresa de la basura de Calp, tal y como se ha dicho en el juicio por aquel presunto fraude que se dirime en la Audiencia. Pero Roselló ha declarado allí que no; que efectivamente se hizo rico pero que fue por dos motivos distintos: uno, porque tenía una empresa que gestionó miles de alquileres vacacionales con la que facturó millones. (Es decir que mientras gestionaba la política pública del turismo vivía del turismo privado, puertas giratorias a lo grande). Y dos, que tuvo tantos cargos -concejal, diputado, presidente de empresas públicas- que aún ganó más dinero. Roselló espera así librarse de la cárcel porque lo que le dijo al fiscal es que se hizo millonario de forma legal y eso no es delito. Pero sus palabras simbolizan una era de inmoralidad. Pregúntenle al ingeniero reponedor.

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