No era la primera vez que Marc Llorente o un servidor nos encontrábamos a la hora anunciada, en un acto público, con la platea vacía, sin un solo asistente a la conferencia o diálogo que debíamos pronunciar. Pero sí era la primera ocasión en la que nos ocurría a los dos juntos. Presentadores frustrados sin nadie a quien dirigirnos.
Sucedió el pasado jueves 21 de octubre, un mes después de que entrase el otoño, aunque por la temperatura de 25 grados bien podría pasar todavía por verano en este Alicante de nuestras dichas y nuestros pesares.
Marc Llorente alumbraba en sociedad su libro ‘201+41 críticas de espectáculos’, una selección de críticas teatrales publicadas en este diario, y me invitó a que lo presentase en el Ámbito Cultural de los grandes almacenes más famosos del orbe, un rincón que tras el parón de la pandemia ha sido remodelado, quedando la mar de confortable y acogedor.
Pues bien, llegada la hora, y a pesar de la publicidad realizada por los cauces habituales, allí no entró nadie. Y eso que Marc Llorente, veterano en estas lides, sabe que en estos casos o uno se lleva su propia ‘claque’, o corre el riesgo de encontrarse en completa soledad. Pero prefirió apostar, con el resultado que les comento. En una ciudad de 350.000 habitantes, no hubo ninguno capaz de sentir curiosidad por el libro de marras. ¿Dónde estaban los teatreros del lugar? ¿Dónde los grupos locales, aludidos con sus críticas en el libro? ¿Dónde los aficionados? Estoy convencido de que la presentación de un libro similar en Elche, Alcoy, Villena, Elda u Orihuela habría convocado a varias decenas de personas. Pero la ciudad de Alicante es así. La conocemos bien.
