Como todos los años por estas fechas, Prado del Rey se convierte en un anacrónico fiestón con la larguísima grabación del especial Telepasión que se emitirá en Nochebuena. Ese que presentará ni más ni menos que Ana Obregón. No es por aguar la fiesta, pero alguien debería asumir que para lo que menos está ahora TVE es para montar saraos cuyo minuto nos sale a un ojo de la cara, y que lo que habría que afrontar, con carácter de urgencia, es qué se quiere hacer con la casa. ¡Que venimos de cuatro años de interinidad!
Para quienes defendemos a uñas y dientes los medios públicos no resulta decente ni sostenible que La 1 venga anotando durante varios días a la semana un 6% ó un 7% de cuota de pantalla, frente a sus competidoras, que andan por un 14% ó un 15%.
Estos datos estarían justificados si la cadena pública ofreciese una programación digna de tal nombre, coherente, comprometida, con un norte claro.
Pero cuando nos encontramos con una parrilla tan perdida no hay excusas. Muchos programas de La 1 no pegan ni con cola en un canal premium de una televisión pública (¿Y si si?, La noche D, Viaje al centro de la tele). El recurso del cine americano como relleno debería estar prohibido. Que el único salvavidas de cara a la audiencia sea el fútbol dice mucho y malo de la gestión.
Hay que revisar contenidos matinales, de tarde y de noche, centrarlos bien, y a partir de ahí, como hace muy bien Radio Nacional rozando la excelencia y con la conciencia tranquila, el que tenga oídos que oiga. Pero lo de ahora no. Telepasión como producción cumbre del trimestre no, por favor.
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