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Rafael Simón Gil

EL OCASO DE LOS DIOSES

Rafael Simón Gil

Exigencias del guion

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz.

 “Cuando los dioses quieren castigarnos, atienden nuestras plegarias”, advertía el genial esteta Oscar Wilde en su obra “Un marido ideal”. Le ocurrió al propio Wilde cuando demandó al Marqués de Qeensberry -inventor de las reglas del boxeo- por difamación. El marqués boxeador no solo tenía título aristocrático, sino que además era el padre del amante de Wilde, el joven y caprichoso Lord Alfred Douglas, conocido en los ambientes como Bosie. El marqués de Qeensberry fue arrestado a raíz de la denuncia de Wilde, pero finalmente consiguió demostrar la acusación de sodomía contra el escritor y éste fue condenado a trabajos forzados en la prisión de Reading (posteriormente, Wilde escribió uno de los poemas más estremecedores y bellos sobre aquella terrible experiencia “Balada de la cárcel de Reading”). Atendiendo las plegarias de Wilde el marqués fue arrestado, sí, pero quien sufrió el castigo de los dioses, la condena, el escándalo, el olvido y el destierro hasta su muerte fue el propio poeta. Esta máxima metafórica acuñada por Wilde trae a la memoria la frase que pronunció hace unos días el diputado de extrema izquierda podemita Alberto Rodríguez, condenado por el Tribunal Supremo por patear a un policía: “Si yo no me apellidara Rodríguez y fuera de familia obrera ¿me habrían quitado el escaño? ¿Qué hubiera pasado si tuviera un apellido compuesto?”, sentenciaba contra la sentencia Alberto. Olvida el político ultraizquierdista que Jaime Milans del Bosch y Ussía (compuesto), y Alfonso Armada y Comín, marqués de Santa Cruz de Rivadulla (compuesto y noble) fueron condenados a largos años de cárcel por el 23-F; o quien fuera presidente de Banesto y consejero delegado del Banco Santander, Alfredo Sáenz Abad y Elguero (compuesto), condenado a tres meses de arresto por acusación falsa. No Alberto, no; mientes y lo sabes. “Mientes, Marcelino, y tú lo sabes”, espetó Nicolás Redondo a su par Marcelino Camacho cuando la mentira estaba muy mal vista, no como ahora, que se puede mentir con total impunidad (por todas, “No dormiría tranquilo con Podemos en el Gobierno”, dijo Sánchez sin descomponerse mientras hacía un hueco en la cama para acostarse con Unidas; el tálamo, en sentido metafórico, no piensen mal).

Por exigencias del guion (monosílabo a efectos ortográficos y por tanto sin tilde), el PP de Mariano, Soraya y otros cuantos listos y listas populares alimentaron sibilinamente a la formación de extrema izquierda Podemos con la esperanza de que debilitarían al PSOE. Aquellos polvos (en sentido telúrico, no sean mal pensados) trajeron una moción de censura, una fuerte embriaguez de gin-tonics populares bajo la mirada de Carolo III y su Puerta de Alcalá mientras la censura prosperaba en el Congreso, y un simbólico bolso de mujer presidiendo el Gobierno. Al extremo de esa mesa de la reprobación, última cena en la que todo estaba consumado, se sentaba el PNV transmutado al Judas del siglo XXI, conviene no olvidarlo. Y digo esto porque la historia es tan tozuda que tiende a repetirse si no aprendas sus lecciones. Hoy, @sanchezcastejon y la cohorte de gurús, nigromantes, cambiochaquetas y pelotilleras que lo alaban, están alimentando jubilosos a los hombres de paz bilduetarras sin darse cuenta de que el PNV sigue ahí, firme y leal a su fundador, aquel xenófobo, machista, racista y aldeano, Sabino Arana Goiri, que pronunciara frases tan metafísicas como “el bizkaino [observarán mis dos agudas lectoras que no dice bizkaina] es de andar apuesto y varonil, el español o no sabe andar, o si es apuesto, es tipo femenil”; “lo que es realmente extraño es que haya un solo obrero euskeriano entre los socialistas…”. ¿Podría repetirse la borrachera que te lleva a la inconsciencia y el destierro; aquella cena alrededor de una mesa donde siempre se sienta Judas? Podría, aunque el PNV pacte ahora por razones económicas, podría. Por cierto, Sabino Arana sigue teniendo en Bilbao el nombre de una de las avenidas más importantes.

Como también podría ocurrir que de tanto lisonjear @sanchezcastejon a la ministra que no sabía explicar qué era un ERTE, Yolanda Díaz, auténtica autoridad laboralista que ayer vestía con traje de pana sindicalista y hoy tampoco, digo, de tanto adular sus inexistentes virtudes, el rey desnudo, no dormido, Pablo Iglesias, el de verdad, arengue a sus obedientes y genuflexas huestes (le deben todo lo que tienen, todo lo que son, incluida una vida pequeñoburguesa comme il faut) contra el PSOE (perdón, contra Pedro Sánchez, lo otro sería pura ucronía socialista) y tengan que aplicarse en resucitar a un nuevo Ciudadanos para que se siente en el extremo de la mesa (¡¡con Rivera no!!, gritaban los cachorros socialistas cuando el rey león llegó a su casa de Ferraz). Estas pequeñas exigencias del guion, cuando se sobreactúa tanto, se miente tanto, se ningunea tanto, suelen tener consecuencias indeseadas al final de la obra. Y aquí no cabe apelar al Deus Ex Machina de las tragedias griegas. Ningún dios bajará al escenario para resolverte lo que va a ocurrir cuando la película es mala: desaparece de las carteleras. Puede que Giuseppe Tartini hiciera un pacto con el Ángel caído para componer su dificilísima Sonata Il Trillo del Diavolo, pero si escuchan a David Oistrakh interpretarla comprenderán que los dioses han atendido sus plegarias; la obra es bellísima, sí, pero de Tartini no se acuerda nadie. A más ver.

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