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Natxo Bellido Suay

Debate y ciudad

Barcala, durante un pleno reciente

El pasado Debate del Estado de la Ciudad mostró hasta qué punto los retos de la ciudad y el gobierno municipal de derechas se encuentran de espaldas. Más allá de la ciudad imaginaria que nos describió Barcala, lo que más preocupó del Debate es la falta de ideas, proyectos y modelo del Bipartito y la consolidación de la alianza del PP con la ultraderecha de VOX, dada la irrelevancia de Ciudadanos, y lo lejos que ese pacto sitúa a la ciudad de los retos que tiene para el presente y el futuro.

En estos días, hemos conocido a través de varios artículos y reportajes periodísticos, algunos publicados en este periódico, la dureza de la huella social de la crisis pandémica y que ya está aquí la amenaza de la crisis climática. Estamos pasando de disfrutar del agradable clima mediterráneo a un clima tropical donde las altas temperaturas del agua del mar, como ha explicado en diversas ocasiones Jorge Olcina, es un efecto muy esclarecedor, amenazante y de difícil y lenta reversión. Es decir, nos sitúa en el epicentro del cambio climático, en la “sartén de la península ibérica”, lo que nos aleja del tópico, como ácidamente señala Manolo Alcaraz, de ser “la millor terreta del món”, definida por la benignidad de su clima. Y afrontar todo esto, con el rigor, la planificación y el liderazgo que requiere el desafío, resulta absolutamente imposible desde una Alcaldía agotada, cercada por las amenazas de sus aliados negacionistas ante cualquier avance en las políticas de transición ecológica. Más todavía cuando su única propuesta en todo el Debate fue la de recuperar la vergonzosa Ordenanza de Convivencia, cruel, inútil e hipócrita que solo pretende actuar de cara a la galería para excluir y criminalizar a las personas más vulnerables de nuestra sociedad.

Como hemos repetido desde Compromís, y volvimos a hacerlo en el Debate del Estado de la Ciudad, no será la derecha quien transforme Alacant. Y menos todavía cuando esta transformación en el ámbito urbano, y así lo están demostrando muchas ciudades de nuestro entorno, significa atender al triple desafío social, ecológico y digital. Y la agenda del Bipartito de Barcala no solo está muy lejos de esto, está de espaldas a estos desafíos. Cuando la pandemia nos ha enseñado que los servicios públicos son sagrados, que la necesidad de diversificar nuestro modelo productivo es obligada, que la ciudad dual es el germen del aumento de las desigualdades, que debemos recuperar espacios comunitarios para generar igualdad y cohesión, que hay que preparar las ciudades ante las emergencias, que la cooperación institucional es una oportunidad, que situarnos como referente de innovación exige planificación y coordinación, nos encontramos con el PP Barcala y Mazón. Un PP que vuelve a los viejos vicios con una gestión municipal marcada por el atasco y los líos de las grandes contratas, la privatización de servicios municipales, el indecente bloqueo a las inversiones del Botànic, reiterando que hay que acabar con los impuestos desde un ultraliberalismo trasnochado que ya es caduco en la UE, sin afrontar la gravedad del reto climático, pensando y que la pandemia no va a afectar a la fortaleza de nuestros sectores económicos, con un modelo turístico que sigue sin resolver su huella en el territorio y sus debilidades ligadas a la precariedad laboral de los sectores implicados. Tenemos una derecha en crisis que, superados sus viejos valores por los desafíos de las crisis actuales, abraza sin resistirse el populismo y el extremismo de la derecha más ultra que recorre toda Europa.

Por eso, en el Debate del Estado de la Ciudad, y así vamos a seguir haciéndolo desde Compromís, emplazamos al resto de fuerzas progresistas del Botànic a levantar la mirada y pensar ya en el futuro. En el 2023. Miremos al futuro, porque la Alcaldía de Barcala ya huele a pasado. Más allá del respeto a nuestras diferencias, matices y pluralidad, debemos trabajar ya para afianzar complicidades y diseñar una alternativa de gobierno que sea capaz de plantear un proyecto de ciudad que dé respuesta a los retos de la lucha contra las desigualdades, la transición ecológica y la transformación digital. Un modelo de ciudad alineado con la Agenda 2030 y el desarrollo de los ODS, de los que se declaran enemigos los socios de Barcala. Debemos mostrar ya nuestra voluntad decidida y determinada de tejer un Botànic alacantí que sea capaz de ganar credibilidad entre la ciudadanía alicantina, sumar compromisos en la sociedad civil y demostrar la ilusión, convicción y capacidad de gobernar para situar de cara nuestra ciudad con los retos y desafíos que, quiera o no quiera la derecha, tenemos delante de nuestros ojos y de nuestras vidas.  

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