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Encalao en el terrao

Fundación de la Cofradía de las Benditas Ánimas del Purgatorio

Óleo de la Virgen del Carmen y las Almas del Purgatorio en Santiago de la Espada (Jaén).

La presencia en Torrevieja del dogma del purgatorio, con la correspondiente dimensión litúrgica y devocional, está en la cotidianidad de la atención de los vivos a los muertos presente en la condición humana. La intercesión por los fieles difuntos se manifestaba de una manera teológicamente vigorosa en la aplicación de misas por ellos. Dedicadas a sufragarlas, las cofradías de Ánimas, ofrecían la posibilidad de obtenerlas por un precio más módico que su estipendio individual, aparte de hacerse de esa manera partícipes de la colectividad.

Según A. Rebagliato, la parroquia de Torrevieja tenía desde su fundación un lienzo de la Virgen del Carmen y las Almas del Purgatorio, acaso heredado de la ermita precedente. Hasta el incendio del 3 de marzo de 1936, quizás estuvo sobre la puerta del antiguo cuarto de sillas, a la izquierda de la nave central del actual templo.

La historia de la cofradía comienza el día 10 de noviembre de 1913, por lo tanto en el mes dedicado a la conmemoración de las Ánimas Benditas, siendo entonces párroco Antonio Cortés al que se le dirigieron Antonio Torregrosa, Ramón Zapata, Francisco Ballester, Valentín Mañogil y otros devotos de las Almas del Purgatorio «ansiosos por los sufragios que sea posible procurarles. Aunque al presente lo hacen por devoción desean unirse en confraternidad o corporación». Para A. Linage Conde, la persona jurídico-canónica que constituyeron, llamada Cofradía o Hermandad de las Benditas Almas del Purgatorio, quedaba al cuidado del cura ecónomo o prior. Todos los años sería elegido un hermano mayor, que distribuiría a los demás los ejercicios confraternales, o sea «en sufragio de las almas, santificación propia y edificación de la feligresía, y confesar y comulgar el día de la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos». Por cada hermano muerto se cantaría un aniversario «de los que se aplican en sufragio de las Almas». Se llevaría un libro con los nombres de los hermanos, la relación de las limosnas que se recogieran, los acuerdos de buen gobierno, y los gastos. De estos se mencionan la cera, los cepillos, y las campanillas para avisar cuando se pedía, atrayendo la atención hacia los peticionarios, denotando la importancia que en esta hermandad tenía la recaudación de las limosnas de los fieles, aunque no fueran hermanos.

Cinco días después de esa reunión inicial, el 16 de noviembre, en el Palacio Episcopal de Orihuela, se ponía esta nota: «Este suplicante forme y proponga las reglas, capítulos o estatutos con el que, atendidas las circunstancias de la población, pueda procederse a la erección de la cofradía que se solicita». Los capítulos y ordenaciones fueron redactados en 3 de enero de 1814, estando numerados en diez y siete normas: 1) - La Cofradía sería presidida y gobernada por el cura prior, que siempre sería su pastor, componiéndose en su principio por trece hermanos. Fallecido uno, a propuesta del cura sería admitido otro por pluralidad de votos. 2) – A principios de cada año, se sacaría por suerte el hermano mayor, a no ser que los demás se conformaran con un nombre sin necesidad de recurrir a ella. Los doce hermanos restantes, se distribuirían por meses, de dos en dos, para recoger limosnas. Concluido el mes, se entregarían al cura las limosnas recogidas, para que las dedicara a la aplicación de sufragios. 3) – En la pascua de navidad, en la que ya antes era costumbre en Torrevieja pedir por las almas, todos los hermanos acompañarían a ese acto, lo cual era posible por su escaso número, y lo recaudado se le daría también al cura con el mismo fin. El primer día del año se publicarían en la iglesia las limosnas recogidas en el año anterior y su inversión. 4) – El dos de noviembre, o sea el Día de las Almas, los hermanos «confesarían y comulgarían en comunidad». Al hermano que falleciera se le diría un aniversario. 5) – Al no haber en este pueblo hospital, el cofrade encargado del mes, avisado por el mayordomo -hermano mayor- de los pobres de solemnidad que hay, pedirá limosna y la entregará a él. 6) – Los hermanos procurarían asistir a todos los entierros, «particularmente de los pobres de solemnidad, llevando el féretro y dándoles sepultura si la necesidad lo exigiera». 7) – Se llevaría un libro con los nombres de los hermanos, las limosnas y su inversión. Las cuentas serían firmadas por el cura y el mayordomo, u otro por él si no sabía. El libro y los demás enseres de la cofradía se guardarían en un arca, la cual tendría dos llaves, una para el cura y otra para el mayordomo. El hermano que no cumpliera los encargos que se le dieran sería excluido de la cofradía y no se le volvería a admitir.

Sin hacerse esperar, el 14 de enero de 1814, el obispo Francisco-Antonio Cebrián y Valda, erigió la solicitada Cofradía de las Benditas Ánimas del Purgatorio, con algunas precisiones y los primeros nombramientos. El prelado impuso un número ilimitado de hermanos, aunque manteniendo el de trece para el gobierno de la entidad. Podían ser cofrades todos los fieles de ambos sexos que quisieran inscribirse en el libro titulado «Cofradía de Almas», que estaría a cargo de trece mayordomos. La nómina de cofrades alistados fue 92 hombres y 166 «cofradesas».

El obispo concedía cuarenta días de indulgencia por inscribirse en la cofradía, otros cuarenta a los asistentes a los aniversarios que se cantarán por las ánimas, o a su novena; los días de los Santos y los Difuntos si confesaran o comulgaran; y a los que acompañaran los entierros.

El 20 de febrero, el cura de las Reales Salinas y Poblaciones de La Mata y Torrevieja, hacía constar los antecedentes de devoción a las ánimas en su feligresía, y haber solemnizado el domingo anterior al pie del altar, en el ofertorio de la misa, la fundación de la Cofradía.

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