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Emilio Pérez Díaz

Ayuntamiento y ADIF, buena pareja de baile

Llegada de turistas al aeropuerto y la estación de Adif en Alicante

Vaya por delante mi agradecimiento al puerto de la ciudad por poner a disposición de los ciudadanos la ampliación del parque del mar hasta Casa Mediterráneo, un aumento significativo de zona verde y de ocio llevada a cabo en terrenos de su propiedad y con dinero de su bolsillo. Casi siempre que me he referido al puerto en este medio ha sido para todo lo contrario, en concreto para criticar el atufamiento o baño polvoriento que produce en muchos domicilios la carga y descarga de graneles sólidos realizada con métodos del siglo XIX. Hoy rompo la racha. Y lo hago porque deseo dejar a la entidad portuaria totalmente fuera de la crítica que viene a continuación, así como ajena también al hecho de que a las dos horas escasas de quedar abierto al público aparezcan en el centro del camino peatonal y cerca de una bonita fuente de chorros dos voluminosas muestras de defecación canina. Esto habrá que ponerlo en él debe de quien carece siquiera de un gramo de consideración y empatía hacia sus conciudadanos, por ser benévolo en la calificación de tales individuos

Dado que desde el inicio de la famosa pandemia opté por realizar mis caminatas matutinas por aquella zona he sido obligado testigo de la construcción de este parque, desde su primera piedra hasta la última, y siempre albergué la esperanza de que antes de su inauguración quedaran resueltos algunos problemas colaterales, cosa que no ha ocurrido. Entre esta nueva zona de ocio y la ya existente en la avenida de Elche existe una franja de unos cincuenta metros en su parte más un ancha y de aproximadamente un kilómetro de longitud. Es aquella superficie propiedad de ADIF por la que discurrían varias vías que llegaban al andén de la antigua estación de Murcia. Las mismas están cortadas en varios puntos y apiladas como chatarra, ya no van a ser utilizadas, es una franja llena de matorrales, criadero de ratas e insectos en un paraje céntrico de la ciudad, frente a instalaciones hoteleras, y que impide unir los dos parques, el municipal, si es que lo es, y el portuario, así como conformar una gran zona verde que sin duda embellecería la entrada sur de la ciudad, al tiempo que permitiría un fácil acceso a ella a los residentes en San Gabriel, Gran Vía Sur y Benalúa Sur, que en la actualidad no disponen ni de una triste pasarela para cruzar la autovía -esto sí creo es responsabilidad del Ayuntamiento- y han de caminar un kilómetro hasta la Casa del Mediterráneo. El diputado por Valencia señor Baldoví visitó la zona recientemente y está tratando de buscar solución al problema mediante el desbloqueo de las conversaciones entre el Ayuntamiento y ADIF sobre la cesión al municipio de estos terrenos. Mucho me temo que el asunto sea cuestión de dinero, del precio que la entidad ferroviaria ponga al suelo, y que el Ayuntamiento esté o no por la labor. De todas maneras, se le agradece al señor Baldoví el interés en la gestión y solo me cabe sugerir que puesto que es un diputado por Valencia quien al parecer tiene que sacarnos las castañas del fuego, y observando la inversión que los Presupuestos Generales del Estado contemplan para esta provincia, -somos farolillo rojo en los mismos- así como lo que pretenden hacer con el trasvase Tajo-Segura, ya no sé qué esperamos los alicantinos para crear un partido local que se llame “Alicante existe”.

Finalizo haciendo alusión a otro hecho que se da en la susodicha franja ó parcela de AFIF a escasos veinte metros de los usuarios del nuevo parque y perfectamente a la vista de ellos como es la existencia de siete chabolas, chozas, chamizos, como queramos llamarlos, donde residen personas a las que denominamos “sin techo”. No entraré por falta de espacio en disquisición filosófica alguna sobre esta cuestión, ni siquiera en la incongruencia que supone el que en sociedades que se autoproclaman modernas, avanzadas, del primer mundo y hasta digitalizadas -espléndida palabra- se sigan dando estas situaciones. Solo añadiré que ésta mañana al recorrer el citado parque recién inaugurado aparecían a la izquierda de mi vista las citadas barracas y a la derecha un gran crucero de lujo anclado en una de los muelles. El contraste me parecía de un surrealismo similar al de alguna película del genial Marcelo Mastroianni. Y supongo que, sobre este particular, tanto ADIF, propietario del terreno, como el Ayuntamiento algo tendrán que decir. Pero claro, pedirle a nuestro Ayuntamiento que diga algo es como recurrir a Cruz y Raya, y correr el riesgo de que alguien nos conteste aquello de “pedir por pedir es tontería”.

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