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Mercedes Gallego

Matar en vida

Varias personas en un centro de mayores.

Mi padre murió el 31 de marzo del año I de la pandemia pero su agonía comenzó quince días antes, cuando por obra y gracia del primer estado de alarma se echó el cierre al hogar del jubilado del pueblo. Un modesto salón con una pequeña barra de bar en un lateral y unas cuantas mesas coronadas con tapetes verdes en las que todas las tardes, desde no recuerdo cuándo, él y sus coetáneos consumían con verdadero placer su pequeña dosis de vida social que, en esos momentos de su existencia, ayudaba a darle sentido al resto.

Conservo nítida en mi memoria su imagen acicalándose, coqueto, para ir «a echar la partida», como él se refería a todo el tiempo que permanecía en el centro de mayores, aunque ocasionalmente lo ocupara en otra actividad que no fuera jugarse un café o un refresco al dominó, el tute o la brisca con sus quintos. Horas en la que los dolores de la artrosis, el reflujo de la hernia de hiato o las sombras con que las cataratas le estaban arrebatando la visión pasaban a un segundo plano. La vida eran esos instantes en los que cantar las cuarenta o cerrar la partida del dominó con el contrincante cargado de fichas se entremezclaba con anécdotas del pasado o el recuerdo del último usuario del centro que se acababa de marchar para siempre.

Mi padre, que en su años mozos le gustaba la calle más que a mí, que ya es decir, encontró a la vejez entre esas cuatros paredes el mejor lugar para ocupar un tiempo libre que ya no le apetecía disfrutar en otro espacio. Un tiempo que a los mayores de Alicante se les lleva arrebatando desde hace ya demasiados meses pese a haber sido el colectivo que más ha sufrido en sus carnes el maldito virus.

Después de pelearlo con uñas y dientes, como esta generación está acostumbrada a batallar, el alcalde de Alicante, Luis Barcala, le ha vuelto a enmendar la plana (una vez más, ¿hasta cuándo?) a la concejala Julia Llopis y ha anunciado para el 1 de diciembre la reapertura de los centros de mayores. Y el tiempo que les han matado en vida, ¿quién se lo devuelve? 

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