Llama la atención ver el ciclo de conciertos de otras músicas rebautizados como Las noches del Monumental tan vacío de público. En estos casos, los organizadores, al ver el teatro en semejantes circunstancias, seguro que se consuelan y justifican argumentando que estos conciertos tienen como destino ser grabados para la emisión posterior por parte de TVE.
Los responsables de la emisión televisiva, si se paran a mirar por un momento las tristes audiencias, deben pensar justamente lo contrario: menos mal que hay público que se benefició en vivo y en directo de estas actuaciones, porque si hay que justificarlas por los espectadores, no salen las cuentas por ningún lado.
Resumiendo, que el espléndido ciclo de jazz, blues, tangos, y otras músicas que ha iniciado la que es su tercera temporada, sea por la pandemia, por miedo, por lo que fuere, no logra atraer suficientes al Teatro Monumental en la calle Atocha de Madrid (los tiros de cámara a la platea son desoladores).
Pero es que cuando los conciertos se emiten en las madrugadas de los viernes al sábado la cifra de espectadores es irrisoria. ¿Están mal programados? ¿Prima la inercia? ¿Por qué la música, toda la música, está tan penalizada en la televisión pública?
Esta situación, en cierto modo, sirve de consuelo a quienes estamos en la periferia. Ya se sabe, mal de muchos… Porque lo mismo que ocurre en muchísimas ciudades de España cuando se programan determinados ciclos de cámara, conciertos donde no se acude a que te vean sino a escuchar música, eventos donde prima la excelencia y no las relaciones sociales, y nos encontramos con salas medio vacías, resulta que también ocurre en el capital de España, nada menos que en el Teatro Monumental. Y es que somos como somos. Animales de costumbres.
