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Francisco Esquivel

Tiene que llover

Francisco Esquivel

La persecución

Ricardo Gómez

Escucho a Óscar Aibar detallar cómo se le vino a la cabeza contar la historia que relata «El sustituto» estrenada a finales de octubre: «Fue hará diez, quince años. Un verano acabo en un bar de Calpe, me fijo en la pared de fotos de famosos y veo lo típico, una pequeñita en color con seis personas vestidas de la SS y la Wehrmacht, peinados muy sesenteros, pienso que es un rodaje, pregunto y me dicen que no, que son los alemanes que viven en Dènia. Y ahí se abre la caja de Pandora». Se calcula que fueron unos cuarenta mil los que no necesitaron refugiarse ni en Paraguay ni en Uruguay sino que se quedaron a tres horas de vuelo a Berlín, amparados hasta mucho después que expirara el régimen del Pardo y celebrando tan ricamente entre nosotros la «Fiesta de la primavera» coincidente con el cumpleaños del Führer. Para felicitarnos no parece.

  El sustituto policial que llega y agua la verbena es Ricardo Gómez, el popular Carlitos de «Cuéntame», que ha debido hacer un ingente esfuerzo a fin de dejar atrás tan prolongado desempeño, algo que se halla en vías de lograr con papeles de enjundia también sobre los escenarios, a diferencia de los esbirros del Tercer Reich que no cambian ni en broma. Aún hay paisanos a quienes irrita que se rememoren hechos así –no digamos ya que se subvencionen– y no que sucedan. Más ahora que, en el hemiciclo de San Jerónimo, los fans de esos uniformados están que lo petan.

  Sin embargo yo me volví loco para poder verla y sigo sin conseguirlo. Dos meses atrás no me costó nada acudir a la «mejor película francesa del año», que uno se pregunta cuántas caben bajo ese paraguas y, una vez vista, solo piensa en cómo será la peor. Bien, pues la realizada sobre nazis en la costa, además de contar con pases en su mínima expresión, aparece y desaparece de salas sin que nadie descuelgue el teléfono cuando corresponde para facilitar alguna pista, hasta el extremo de preguntarte: ¿Estarán ellos detrás? De modo que tiene toda la pinta de ser fidedigna. Cuesta más echarle el guante a la peli que a los mendas.

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