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Juan José Millas

Me dispongo a acabar con el capitalismo

El líder de los disidentes cubanos Yunior García llega a Madrid

 En Cuba están prohibidas las manifestaciones masivas contra el régimen. Formar parte de ellas te puede costar una multa, la cárcel, una paliza. ¿Qué se le ha ocurrido entonces el opositor Yunior García? Inventar la manifestación de una sola persona. Hace poco anunció que se manifestaría él solo por el centro de la Habana. Lo haría sin interrumpir el tráfico, claro, sin gritar consignas, sin erigir pancartas. Se limitaría a recorrer la calle como la recorremos usted y yo cada día en nuestras ciudades para ir al trabajo o a buscar a los niños al colegio. Una manifestación de uno solo constituye un acto político verdaderamente original y excéntrico, tanto que no debería molestar a las autoridades. Pese a ello, la policía cercó durante los días anteriores la calle y el domicilio de Yunior para evitarle salir y llevar a cabo su propósito. Necesitaron, para reprimir una marcha de un único individuo, los mismos efectivos que para evitar una de mil.

Lee uno todo esto y llega a la conclusión de que alguien está loco: o el opositor o el régimen. En este caso, el régimen evidentemente. Un sistema político para el que el paseo pacífico de un ciudadano solitario constituye una amenaza de primer orden no puede estar bien de la cabeza. Algo le falla en sus circuitos mentales. Si hubieran permitido la manifestación multitudinaria, no habría ocurrido nada. Todos los días hay manifestaciones multitudinarias a lo largo y ancho del mundo sin que los periódicos se hagan eco de ellas porque el periódico no está para contar que un perro muerde a un hombre, sino etcétera. Al impedir la manifestación de una sola persona, han convertido el hecho en una noticia de alcance mundial.

-Pero es que el manifestante iba a ir vestido de blanco y con una flor de ese color en la mano -dirán algunos.

Más grotesco todavía. ¡Imaginen el peligro que representa un opositor vestido de blanco que porta una flor blanca! El régimen cubano ha devenido tan frágil que le afectan los actos menos hostiles que quepa imaginar. Por si acaso, ya anuncio que próximamente me manifestaré yo solo por la Gran Vía de Madrid contra las desigualdades sociales. Iré en vaqueros y camisa de cuadros y llevaré un periódico debajo del brazo. A ver si acabo ya con el capitalismo.

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