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Marc Llorente

Devoradores habituales en ‘Los asquerosos’

David Serrano ha dirigido con un buen ritmo a Miguel Rellán y Secun de la Rosa en este montaje de Octubre Producciones, que hemos visto en el Principal de Alicante

´Los asquerosos´ de Jordi Galceran y Jaume Buixó. Basada en la novela de Santiago Lorenzo

Los asquerosos

TEATRO PRINCIPAL DE ALICANTE

***

Versión: Jordi Galcerán y Jaume Buixó

Dirección: David Serrano

Esta es la receta. Adquiérase una novela reciente y de éxito y se sintetiza. Quédese con lo esencial y se establecen los frescos diálogos y las situaciones escénicas. Eso es lo que han realizado el exitoso Jordi Galcerán y Jaume Buixó. Una adaptación teatral basándose en las páginas literarias de Santiago Lorenzo. Es imprescindible la intervención de eficaces actores y de un director que administre proporcionadamente los pasajes. Y son necesarios los demás procedimientos de una representación.

David Serrano ha dirigido con un buen ritmo a Miguel Rellán y Secun de la Rosa en este montaje de Octubre Producciones, que hemos visto en el Principal de Alicante. «Los asquerosos» es una comedia a propósito de la España vacía, ya que el sobrino, aconsejado por su tío, huye y se esconde en una aldea abandonada, a raíz de haber herido a un policía antidisturbios.

Sobrevive dándose cuenta de que, al igual que señaló el filósofo Sócrates, existen muchas cosas que no se necesitan. Menos puede ser más en esta manera de rechazar la urbe y sus pobladores. Ese agridulce sabor lo lleva a cabo un Secun de la Rosa con el lenguaje de su papel y unas descripciones dilatadas y hechas con la lengua muy ágil, mecánicamente y deprisa.

Mucho más creíble nos resulta el veterano y siempre entrañable Miguel Rellán. Un dúo con trazos de humor y ternura, y una escenografía giratoria que reproduce el interior de un hogar y el exterior del pueblo. Los dos están cerca, casi chocándose, pero en lugares distintos. Los planos de la representación dejan constancia, claramente, de los mecanismos no realistas, como el contacto telefónico entre ambos y la interactuación con los espectadores.

La obra sugiere la necesidad de ser persona para aproximarnos a la felicidad, sin ejercer de simple cliente, consumidor o pieza de una deshumanizada maquinaria social de compraventa. Sin estar ahí, los domingueros que deambulan por ese lugar son los «asquerosos» y convencionales devoradores que rompen la paz y la libertad del solitario habitante.  

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