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Francisco Esquivel

Tiene que llover

Francisco Esquivel

El afán bien conducido

El Gobierno podría instalar peajes en las carreteras secundarías en 2024

 Por primera vez paso a Francia conduciendo. Son dos mil kilómetros ida y vuelta los que aguardan. Y me ha tocado la lotería porque, tras sesenta y tantos años, ha desaparecido la feria de peajes en Cataluña. En el país vecino, no. Como, por motivos personales, la cosa tiene pinta de repetirse he de aprovechar la circunstancia porque en un par de años el Gobierno alberga la intención de que haya que apoquinar hasta por usar las autovías. Primero lo dejó caer en plan globo sonda, pero ya fue el propio Secretario General de Infraestructuras quien aseguró que en 2024 lo que nos caerá no será lo conocido sino un sistema de tarificación. Vale, lo que él quiera. Llámenlo equis.

  El coche avanza por la A61, dirección Carcassonne. Lo primero que llama la atención de los kilómetros que llevo tras los Pirineos es el perfecto estado del firme. Pero el gran descubrimiento que viene a decir «bonyú» son las áreas de servicio. «Enchanté». Por una parte, lo poco que hay que recorrer para que aparezca la siguiente. Y, sobre todo, cómo son. No solo amplias, espaciosas, algunas de ellas situadas en lugares de chapó bañados por un lago al fondo con mesas de piedra para sacar la fiambrera y servicios.. ¡tres para cada sexo! Si además añado que bien cuidados e incluso con hilo musical, a más de uno puede darle algo.

  Las concesiones por aquí son laxas. Lo único que señala la Ley 37/2015 es que estos espacios estén dotados de lo que haga falta para facilitar el descanso, sin que en tal registro se incluya por las dotaciones existentes la posibilidad de que estés reventando. Así que si vas con ganas, pues te la sacas. Y para ellas, más difícil siempre. Los camioneros, hartos de coles desde la cabina porque las extensiones suelen ser reducidas. Que hay que arbitrar un sistema de tarificación para el mantenimiento, adelante. Pero que el afán recaudatorio deje ver el bosque a fin de viajar como mandan los cánones y, una vez provistos de fondos, cubrir las necesidades. Sin dejar atrás las fisiológicas, almas de cántaro.

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