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Voy a hablaros de dos compañeras de oficina

Un hombre de mediana edad se vacuna por primera vez, hace unos días.

Empecemos por Verónica, qué opina que el covid es un constipadillo. Presume de no vacunarse, ya que con ella no van a ensayar, y cree que la vacuna la inventaron las empresas farmacéuticas para forrarse. Sale a cenar a restaurantes pequeños, de menos de 50 personas, y, a las malas, se irá a comer a casa de amigos, o invitará a gente a la suya. Su pareja, César, cocina de vicio. Odia las mascarillas, y de hecho, ya le pusieron una multa por llevarla bajada por la calle. Cuando va al cine, se sienta en la última fila, y se quita la mascarilla

Por otro lado, tenemos a Jacqueline. Su madre murió por el covid. Opina que el Estado debe obligar a todo el mundo a vacunarse. Colgó su foto en las redes sociales cuando le inyectaron Pfizer. Se lava las manos compulsivamente a todas horas, y lleva la mascarilla incluso cuando desayuna un bollo y un café, siempre, por supuesto, al aire libre, exigiendo a las compañeras que se sientan con ella que se la pongan también. Cuando sale a correr, o a pasear por la playa de San Juan, incluso en el tórrido agosto, lo hace siempre con la mascarilla puesta. Nunca va a un restaurante, al cine, o al teatro, y pretende tener las ventanas de la oficina siempre abiertas. Ahora, en invierno, que ya hace frío en Alicante, las broncas con Verónica son constantes.

Verónica piensa que Jacqueline está mal de la cabeza, y la desprecia, llamándola "la talibán", mientras que ésta opina que aquella es una inconsciente, a quién habría que confinar porque supone un peligro para la sociedad. Sin embargo, las dos tienen una cosa en común, el miedo a las secuelas que les puede dejar, a una la vacuna, y a la otra, la enfermedad

¿Y qué opino yo cuando me preguntan? Aunque no me haga gracia que me inyecten algo que no está suficientemente testado, me da más respeto contagiarme, más por las secuelas que por la enfermedad en sí. Pero, como cantaba Paul McCartney en 1973, "Live and let die".

¿Existen Verónica y Jacqueline? Por supuesto, son mis compañeras en el gimnasio en la calle Rafael Terol, y os aseguro que no hemos trabajado nunca juntos, nos llevamos muy bien, y confío que les haga gracia que haya usado sus nombres en este artículo-

Entiendo que todos conocéis a gente así, me he inspirado en muchos de ellos, incluido yo mismo, en este artículo que, por desgracia, tiene poco de ficción.

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