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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

El obispo Munilla

Munilla

Cuando el papa Benedicto XVI designó obispo de San Sebastián a José Ignacio Munilla, casi el 80% de los sacerdotes guipuzcoanos mostraron públicamente su rechazo. Mucho nos tememos que de aquí hasta el 12 de febrero en que tome posesión de su cargo en Orihuela y un día después en Alicante, en nuestra diócesis no vamos a ver nada parecido. Todo lo contrario. Imaginamos un ‘rendibú’ tradicional, un besamanos como los de toda la vida. Tanto en ese pequeño Vaticano que es Orihuela, como en la capital de la provincia, a donde en 1968 se trasladó la curia episcopal y parte del seminario, después de que en 1959 la Colegiata de San Nicolá de Bari fuese elevada al rango de Concatedral. Anteayer, como aquel que dice.

El primer obispo de esa “nueva diócesis” Orihuela-Alicante fue don Pablo Barrachina Estevan, de infausto recuerdo para muchos de nosotros. La llegada de Munilla se nos antoja como una resurrección de aquel. De ahí que las manifestaciones de rechazo deberían brotar desde dentro de la propia iglesia, y no desde fuera. Son los propios grupos cristianos los que deberían alzar la voz, liderados por la propia jerarquía, dejando claro que es inadmisible que en 2022 alguien interprete el mensaje de Jesús a la manera en que lo hace Munilla.

Lo peor es que con este nombramiento, una vez más, Alicante parece admitirlo todo. ¿Qué conoce Munilla de nuestra provincia, de la lengua valenciana? Mientras en otros territorios que todos tenemos en mente la contestación sería inmediata, Alicante, incapaz de movilizarse incluso por las cuestiones terrenales, permanecerá impasible ante esta operación con la que los que mandan en los asuntos celestiales se quitan de encima a alguien que no tenía fácil encaje. Qué pena.

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