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Juan Riera

El peor momento para una tasa turística

Los síndics Pilar Lima, Manolo Mata y Fran Ferri, en las Cortes, tras rubricar el acuerdo

El anuncio de los partidos que integran el Botanic de que en 2023 se implantará una tasa turística, por muchos paños calientes que se quieran poner, como que se hablará con las organizaciones implicadas y que será una tasa voluntaria a cobrar, o no, por los ayuntamientos, no deja de ser una pésima noticia en el peor momento. Como presidente de la Cámara de Comercio de Alicante, además de solidarizarme con el sector, que es una de las locomotoras económicas de nuestra provincia, anuncio ya que lucharemos con todas las armas a nuestra disposición contra la puesta en marcha de esta tasa.

No es extraño que la mera enunciación de la tasa turística levante ronchas en la provincia de Alicante, la más afectada de las tres provincias de nuestra autonomía porque, no en vano, el turismo y todos los sectores complementarios son la clave de nuestra economía. Me imagino que si se gravara con una tasa a los fabricantes de cerámica la provincia de Castellón se levantaría en armas, por lo que estimo que estamos en todo nuestro derecho de protestar contra algo que lastra nuestras empresas, pone en riesgo la competitividad ya muy afectada por la crisis sanitaria y económica y, de alguna forma, señala al sector con la pérdida de imagen exterior que ello comporta.

La cuestión no es si la tasa se va a cobrar voluntariamente o no por parte de los ayuntamientos turísticos. Ni siquiera si se preguntará a los empresarios qué les parece, faltaría más. El problema es que no viene a cuento de nada que el PSOE, por hacer caso a sus socios de coalición y estando en contra radicalmente de la tasa, como te dicen en privado sus dirigentes una y otra vez, haya caído en componendas y justamente sea la pieza de intercambio nuestro sector turístico, en el punto de mira y criminalizado por algunos de los partidos de gobierno. Es injusto y Alicante no se puede quedar callada ante tal despropósito.

Estoy convencido de que al final unas tesis tan radicales contra el turismo no podrán llevarse a la práctica, por mucho que a algunos políticos se les viera excesivamente felices ayer cuando presentaban el acuerdo. Las matemáticas son tozudas: por muchos palos que pongan en las ruedas del turismo tradicional, éste no va a desaparecer. Eso tenemos que agradecer todos los días todos los alicantinos a los sufridos empresarios del sector, tan dejados de la mano de las Administraciones y, a pesar de ello, tan emprendedores y profesionales que ni los virus ni los antiturismos acaban con ellos, aunque lo intenten. 

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