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Francisco Esquivel

Ese arte tan particular

Paolo Sorrentino, en un rodaje. Netflix

Me sumerjo en el alma napolitana de la mano de Sorrentino. Dentro del mismo se entrecruzan los avatares de una gran familia radiantemente descompuesta con la llegada del D1oS nacido en Cebollitas dando como resultado una explosión de vidas trastornadas que se hacen con el Scudetto. Los acostumbrados perdedores digieren a su modo la inesperada metamorfosis y el cineasta se abre en canal para dejar salir una ínfima parte de la fascinación y el sufrimiento que le acompañan desde entonces. En «La vida era eso», una pequeñita peli en cartel del novel Martín de los Santos, la protagonista hace un viaje hacia los poblados del sur almeriense en el que lo que se refleja es el abandono y decrepitud se diría que anclados en la posguerra lo cual, por mucho que el guion lo demande que es muy posible, puede trasladar la imagen de un país que no se corresponde con el que es. Los italianos, en cambio, venden la moda, las pizzas, la miseria y la mafia con ese sello embriagador que las vuelve irresistibles. Es la industria hecha con arte, amigos.

El donostiarra autor de «Patria», residente en Hannover, se hacía eco de que los escritores españoles se han caído de las librerías en el exterior: «Ni Javier Marías ni Carlos Ruiz Zafón ni Rafael Chirbes ni siquiera la figura emblemática de Tusquets que es Almudena Grandes donde los demás aportamos títulos con mayor o menor fortuna, nadie». Al hincarle el diente al porqué esto, que no fue siempre así, es lo que marca el panorama Aramburu desliza: «Acaso, me digo, España sea torpe a la hora de promocionar sus mitos fuera o está como de costumbre demasiado ocupada consigo misma y con sus viejos pleitos vecinales». Es superior a nuestras fuerzas. Y si el narrador apuesta por la «tercera vía» contra ese ahogo entonces prefiere salir pitando a Londres como Chaves Nogales con tal de que no se lo carguen entre ambos bandos. Quizá por ello han renunciado a colgarnos por ahí tanto en escaparates como en estanterías. Habrán dicho: pero si no hacen más que estar expuestos.

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