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Una enfermera administra una dosis de la vacuna a una mujer.

Qué curioso y sorprendente. Ayer me puse la tercera dosis de la vacuna y no me he notado ningún cambio, sigo siendo el mismo que antes de hacerlo. Incluso el mismo que antes de ponerme la segunda y la primera.

No soy una especie de héroe o de santo; nunca lo he sido ni tengo intención de serlo en el futuro. Tampoco me he convertido de repente en un ciudadano responsable y solidario. Lo he sido o al menos he tratado de serlo toda mi vida.

Igualmente, no observo que se me haya cubierto el cuerpo de lana o que mis manos y pies se hayan transformado en pezuñas. Sigo siendo un ser humano y no un borrego. No soy especialmente valiente, pero no le temo a la presión social o política. Os puedo asegurar que he superado cosas peores. De hecho, ello me ha convertido en una persona algo rebelde y con un criterio muy marcado.

Así que ya podéis ahorraros los aplausos o los insultos según sea el caso.

Y es que, aunque no lo parezca, aún queda un grupo (espero que numeroso) que no nos creemos en posesión de la verdad absoluta, que no nos consideramos expertos científicos y que no generamos todo nuestro pensamiento en torno a una ideología política.

Un grupo que escuchamos a unos y a otros porque estamos llenos de dudas y preguntas; porque lo vemos todo demasiado confuso; porque no negamos la existencia del virus ni vemos absurdas conspiraciones por todos lados, pero también nos percatamos de que hay cosas que no encajan del todo; porque queremos pensar qué hacer con cierta tranquilidad (sobre todo con respecto a los niños); porque respetamos a los demás y no los descalificamos por tener una u otra opinión; porque sólo sabemos que no sabemos nada, al menos con seguridad, y otorgamos un voto de confianza a quienes se presupone que sí lo saben. Eso sí, muy conscientes de que esa confianza no es ciega y tiene un límite (la mía lo acaba de alcanzar).

En la vida no todo es negro ni blanco, hay una gama muy amplia de grises. Lo mismo ocurre con este tema. No todos los que nos hacemos preguntas somos negacionistas y antivacunas, al igual que no a todos los que tienen muy claro vacunarse les han lavado el cerebro o lo hacen coaccionados.

Personalmente creo que esa amplia gama de grises representa y preserva la cordura, el respeto para con los demás y el camino hacia la verdad. Lo demás, el blanco y el negro, sólo es odio, agravio, enfrentamiento y servir a intereses nada "desinteresados".

Somos personas normales y corrientes que ante un fenómeno tremendo y desconocido no sabemos muy bien cómo actuar.

Por lo general creemos a los médicos, pero también vemos el gran negocio de las farmacéuticas.

Somos personas civilizadas y actuamos de la forma más correcta socialmente aún sabiendo que los políticos van muy despistados y como siempre jugando a favor de sus intereses.

Cuesta mucho no irte al blanco o al negro.

Lo único que podemos hacer es actuar con buena voluntad y lo mejor que sepamos a cada momento intentando no politizar ni imponer nuestra manera de ver las cosas, y como os estaba comentando, que nuestra postura, la que sea, no sea una fuente de odio ni de división.

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