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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

Tú no tienes la culpa, Miguel

El poeta Miguel Hernández.

En sus mejores tiempos de comediantas, las hermanas gemelas Gracia y Sole Olayo nos hicieron disfrutar a lo grande en los teatros de mediano y pequeño formato, en ocasiones dirigidas por Ferrán Rañé, que había sido pareja de una de ellas. Corrían finales del siglo pasado cuando, con motivo del centenario del nacimiento de García Lorca, pusieron en pie uno de sus espectáculos más oportunos (que no oportunistas). En ‘Tú no tienes la culpa, Federico’, se hacía humor del bueno a costa de los homenajes sinfín que decidieron dar al unísono todas las instituciones de este país al poeta granadino. Entonces no eras nadie si no ponías en pie un evento cantando a Lorca: en festivales de teatro, de música, o de artes plásticas, tanto daba.

Una vez encendida la mecha, no hubo quien la apagara. Y Lorca pasó al mausoleo de los intocables que no necesitaban de centenario alguno para que, con cualquier pretexto, alguien volviese a montar un sarao a su costa.

A esas alturas, sin que lo sospecháramos, a la figura de Miguel Hernández estaba a punto de ocurrirle algo parecido. Nacido en Orihuela en 1910, el centenario fue el detonante. Para entonces ‘Las Veneno’ ya se habían disuelto, pero las dimensiones que cobró todo ‘lo hernandiano’ hubiesen dado para montar un ‘Tú no tienes la culpa, Miguel’ que no hubiese dejado títere con cabeza. Ahora ya se celebran hasta las décadas de su nacimiento y su muerte. No hace falta ni excusa para convocar premios en su nombre. Es oriolano, ilicitano, alicantino y (un poco) jiennense. Todos le quieren y, hasta los que menos te esperas dicen tener su corazoncito un poco más a la izquierda que el suyo. Pobre Miguel.

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