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Antonio Balibrea

Rusia, entre el imperio y la democracia

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, durante la teleconferencia con el presidente chino, Xi Jinping.

¿Qué es Rusia? Esta es la pregunta que se hacía hace nada menos que 25 años, ​Zbigniew Brzezinski.​ El sentido de la pregunta es más bien, ¿qué quiere ser Rusia de mayor, en un futuro? La pregunta se la hace en su libro “El gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos" (Paidós.1997) escrito tras la desintegración de la URSS en 1991. “La única verdadera opción de Rusia está en Europa. En la Europa trasatlántica de la Unión Europea y la OTAN en expansión, para evitar un peligroso aislamiento geopolítico". "Pero no puede poner límites a la soberanía política de los nuevos estados" en particular de Ucrania. Esta es la respuesta que él mismo daba al futuro de Rusia tras analizar "el agujero negro" geopolítico que la desintegración de la URSS y el colapso del Pacto de Varsovia dejaron.

La primera opción para Rusia era el “condominio global” con Estados Unidos, es decir, la hegemonía global como iguales. Esta opción era, sin duda, la preferida por el presidente entonces de la Federación, Boris Yeltsin, para quién Rusia pertenecía al “mundo occidental”; no pasó de ser una ilusión dadas las diferencias económicas, sociales y políticas. La segunda opción para Rusia era organizar una gran unidad con el "extranjero próximo" y el “espacio económico común”: los antiguos países de la URSS como esfera exclusiva de influencia. La tercera opción estratégica para Rusia era formar una coalición euroasiática frente a Estados Unidos, con China e Irán. La primera, deseada por Rusia, aunque no por Estados Unidos, era difícilmente viable por las diferencias de régimen político, potencial económico, incluso militar. La segunda con la creación de la CEI (Confederación de Estados Independientes) una mala copia de la UE, y la OTSC (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva) es una alianza militar en Eurasia de estados postsoviéticos que ahora ha intervenido en Kazajistán, se encontró con los recelos y desconfianzas hacia Rusia de los antiguos países del Pacto de Varsovia, y las limitaciones que imponía a su independencia. Empezando por Ucrania que reclamó el control de las tropas en su territorio. De la tercera opción ya se ocupó EEUU de mantener las desconfianzas entre los tres posibles socios.

Rusia aceptó, a final de siglo la ampliación de la OTAN a los países de la Europa del Este y el Báltico sin conseguir la “asociación estratégica madura" Rusia-EE,UU. lo que se vivió como un intento de aislar a Rusia, y resucitó el nacionalismo imperial ruso. Por eso en las negociaciones de estos días plantean retrasar el reloj a la situación de 1997. Vladimir Putin es el exponente de este sentimiento, y de esa estrategia imperial rusa. El momento álgido fue la invasión de Ucrania y la anexión- recuperación- de la península de Crimea. "La única verdadera opción de Rusia está en la Europa Trasatlántica de la Unión Europea y la OTAN en expansión, para evitar un peligroso aislamiento geopolítico”, es la que Brzezinski​ llamó la “alternativa única” que tenía Rusia. El tema se inició con la participación en el Consejo de Europa, y debería seguir con la modernización, europeización y democratización. El obstáculo para avanzar en esa dirección es que Rusia debía avanzar en un sistema democrático con lo que podría conseguir una asociación con la OTAN y la Unión Europea. Rusia tendría que preguntarse si quiere ser una parte de Europa, o convertirse en un proscrito, ni verdaderamente europeo, ni verdaderamente asiático, y empantanado en los conflictos de su “extranjero próximo”. Cuanto más rápido avance Rusia hacia Europa más pronto se llenará el “agujero negro” con sociedades cada vez más democráticas.

El factor clave es que Rusia no puede estar en Europa si Ucrania no lo está, mientras que Ucrania puede estar en Europa sin que Rusia lo esté. Pero, “para que Ucrania sobreviva como estado independiente…deberá compartir por completo los vínculos de los centroeuropeos con la OTAN y con la Unión Europea”. Mientras Putin no quiere más adhesiones a la OTAN, ni a la UE; Europa no puede, ni debe aceptar que se ponga límites a la soberanía de los antiguos estados soviéticos. Bielorrusia o Kazajistán han reprimido con el apoyo de Putin las reivindicaciones democráticas; pero Ucrania, Georgia, Azerbayan si quieren unirse a centro Europa y el tema volverá a plantearse también en Asia Central, los “Balcanes eurasiáticos”. Incluso Finlandia o Suecia están repensando unirse a la OTAN ante el carácter imperial que está tomando la Rusia de Putin.

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