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Francisco Javier Amérigo Moreno

Un recurso educativo llamado arte

"El lago de los cisnes" con el Ballet Nacional Ruso

“Antes de hablar, los niños cantan. Antes de escribir, dibujan. Apenas se ponen de pie, bailan. El arte es fundamental para la expresión humana”.

Recordando esta premisa de Phylicia Rashad, actriz, cantante y directora de escenografía estadounidense, tuve la oportunidad hace unos días, de empaparme de una hermosa lluvia en medio del medio desierto cultural que es esta ciudad en la que vivo a través del clásico entre los clásicos, "El lago de los cisnes".

Aunque mi economía no está precisamente para tirar cohetes, no podía dejar pasar esta ocasión para enseñar a mi peque que existe un infinito mundo artístico por descubrir y disfrutar más allá del reguetton y los vídeos de YouTube. La última vez que tuvimos ocasión de poder asistir a un espectáculo de esta clase fue hace pocos años. En aquella ocasión se trató de una zarzuela, "Doña Francisquita" y esta vez, por circunstancias, fue el turno del menor.

Acudí al teatro algo inquieto con mi hijo y un amigo el cual también llevó a su hija. Ella está diagnosticada con TDAH y le preocupaba que no fuese capaz de permanecer más de dos horas absolutamente quieta y callada. Cuál fue nuestra sorpresa comprobar que permanecía atenta en todo momento, que sus únicas palabras fueron "alucino, papá" y que solo movió sus manos para aplaudir con todas sus fuerzas.

Esta experiencia me lleva a reflexionar sobre cómo etiquetamos a las personas en general y a los niños en particular. En nuestro afán por la uniformidad, porque todos sean iguales y recorran el mismo camino, convertimos sus diferencias en condenas y los predisponemos al fracaso y al aislamiento. Es "normal". Es mucho más fácil fijar un patrón exclusivo para todos sin importar que quien no se ajuste a él se quede tirado en la cuneta, que abrir nuevos y diferentes caminos a través de los cuales todos puedan llegar a la meta sin sentirse frustrados o menos que sus compañeros, sino orgullosos de sus peculiaridades porque ellas son su esencia y les hace únicos.

Me comentaba mi amigo, “por mi parte, sé que no puedo contar con el apoyo del decadente e ineficaz sistema educativo instalado en este país, pero procuraré seguir abriéndole sendas a mi hija, con pico y pala o escarbando con mis manos si hace falta, hasta que entienda que ser diferente no la hace ni peor ni mejor, sino únicamente eso, diferente”.

Y es que, para mí, de todas las artes, la música es que la que más toca el alma, así que, como no va a alucinar su hija con “El lago de los cisnes”.

La música clásica debería enseñarse en todo el sistema educativo desde Primaria.

Tengo la impresión que desde hace ya demasiado tiempo se buscan "patrones" para etiquetar y clasificar en "grupos" que, a veces, ni veo sentido ni necesidad. Se hace por ayudar, pero es que ni eso me parece por lo que observo.

La verdad es que realmente, si somos únicos es porque somos diferentes o así lo veo yo. Hacer lo que creamos y probar, es una opción. Más cuando se trata de etapas de la infancia y de la adolescencia en que, de ser necesario, se traten los errores como parte de un continuo aprendizaje.

No veo la necesidad de etiquetar y uniformar. Además de que no hay nada más empobrecedor que eso y existen de sobra "lugares" en los que encontrar nuestro espacio.

Con todo, no olvidemos que el patito feo era un cisne realmente. En cualquier caso, cada ser humano es único, digno, con un valor superior a todo el Universo, descubra una vacuna o no. Sólo por el hecho de ser una persona. ¡No digamos si además, es nuestro hijo! 

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