La autora estadounidense Christy Hall escribió «El sonido del silencio», y Bernabé Rico ha realizado una versión, «La coartada», que también ha dirigido. La creciente intriga es uno de los valores principales de un teatro psicológico con sus miedos y frustraciones. Y unos matices y personajes que evocan el género policiaco.
La información, los giros y el misterio de la trama se van descubriendo progresivamente y conducen a los asistentes por una ruta imprevisible que les exige suma atención para no extraviarse. A ello dedican sus esfuerzos María Castro, Gorka Otxoa y Miguel Hermoso (el exmarido) en una producción que pretende introducir al espectador en la mente de esta desesperada mujer. Divorciada y atormentada por su pasado y preparándose para testificar en relación con la custodia de su hija y su propia libertad. De sus palabras depende. Pero las apariencias pueden engañar.
La única actriz exhibe un continuo papel con el notable protagonismo que nos demuestra capacidad con una limpia dicción y remarcando bien las características de su destacada tarea. En cuanto a los dos actores con menos participación, la acompañan por separado, solventemente, en un espacio escénico que transmite una sensación hostil que sintoniza con la temática de la dramaturga.
Lo que sí es verdad es que ella prepara la declaración para un juicio, ayudada por alguien. Buscando, como el título indica, una coartada por un crimen que en un salto atrás se revela, así como se aclaran las demás circunstancias de la obra, que nos empuja hacia un desenlace que sorprende a un público que se queda con ganas de más. Solo unos 75 minutos de duración, que no son problema para este montaje con dos situaciones y la consistente palabra.
La dirección de Bernabé Rico imprime ritmo en un ámbito entre la ficción y la realidad. La angustia, la soledad, el amor y elementos del clásico drama romántico con sus relaciones sentimentales y alguna febril actitud en el Principal de Alicante. El sábado no se llenó como otras veces.
