Premios César 2022, las papeletas están claras: independientemente de la indiscutible calidad de la mayoría de las candidatas, hay una película que ha destacado internacionalmente (y así se ha reflejado en los premios recibidos) por su originalidad, belleza y un hilo narrativo que roza la perfección. Se trata de Petite Maman, de la directora francesa Céline Sciamma.

A muchos les extrañará que no haya recibido ni una sola nominación, pero sólo hay que tirar de hemeroteca y hacer un fugaz viaje a la gala de los César 2020 para encajar las piezas: entonces Sciamma competía con su oda al “amor al arte” de Retrato de una mujer en llamas con diez papeletas de nominaciones (entre ellas Mejor directora y Mejor película). Mucha ilusión y muchos nervios, como siempre. Llegó el momento de nombrar al mejor director o directora del año y sonó el nombre de Roman Polanski (que competía con J´acusse). Fue entonces cuando la actriz protagonista de Retrato, Adéle Haenel (víctima y denunciante de abusos sexuales) se levantó como signo de protesta contra la impunidad de la Academia con la pedofilia. Recordemos que hay países que Roman Polanski no puede pisar a riesgo de ser detenido por un delito de abuso sexual a menores tras drogar y violar a niña de 13 años en 1977 (delito cometido en EE UU y por el que se declaró culpable).

El tirón de orejas a Sciamma es evidente. Levantarse en mitad de una gala y apoyar a su compañera le ha valido el borrado (que roza lo inverosímil) de su obra del listado de mejores películas del año. No se le ha reprochado su actitud en la anterior gala, pues cuentan con pocos argumentos sólidos para decirle a alguien que protestar contra la impunidad y la equidistancia con respecto a la pederastia está mal. Lo que sí pueden hacer es ignorar, dejar pasar y usar el silencio como castigo.

Lo bueno es que, a pesar de todo, Petite Maman seguirá siendo una de las mejores historias que hemos podido disfrutar en la gran pantalla y ese es un premio que Sciamma se ha dado a sí misma (y nos ha dado a todas).