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Esperando a Godot

Daniel McEvoy

El baño de don Camilo

El baño de don Camilo Daniel McEvoy

Varios días, a lo largo de la semana, salgo a tomar un tentempié, a almorzar, que se diría en román paladino, con un grupo de compañeros de trabajo con los que, además de compartir un magnífico rato de asueto para desconectar de la rutina de los quehaceres diarios, me informo de la actualidad e incluso de sucesos y anécdotas históricas y de toda clase, pues son unos tipos cultos, buenos conversadores y que, por su formación, dominan diferentes temas.

Esta semana, sin ir más lejos, la conversación, como es habitual, fue dando bandazos, desde la política internacional a la nacional, de la cultura a la historia, de las ciencias a las artes, para finalmente pasar, como también suele ser normal, de lo trascendente a lo banal. Hasta que, no sé a cuento de qué, les comenté si habían leído la carta abierta de Marina Castaño a Camilo José Cela con motivo del vigésimo aniversario de su fallecimiento. No voy a hacer comentarios sobre dicha carta, aunque coincido con lo que algunos han dicho: una carta abierta, en primer lugar, no tiene destinatario por definición. En segundo, una mujer joven no tiene que dar explicaciones por haberse enamorado de un hombre mayor que ella, y menos públicamente y dirigiéndose al interesado ya fallecido.

Tras introducir yo el tema, con estos o parecidos argumentos, uno de mis compañeros de almuerzo (llamemos a las cosas por su nombre), sabiendo que yo soy de Elche, sacó a colación una anécdota precisamente sobre Camilo José Cela y nuestra ciudad, según la cual el célebre escritor se habría bañado un caluroso mes de agosto en una alberca de nuestro Parque Municipal sin quitarse el traje (el traje de pantalón, americana y corbata, no el traje de baño, obviamente, o no tan obviamente, dada su excentricidad, que sólo tenía parangón con su genialidad).

Esa tarde, movido por la curiosidad, introduje en el buscador de internet las palabras Camilo José Cela y Elche, y fui dirigido a varias páginas, entre las que encontré el vídeo aparecido en el No-Do, dando testimonio de la veracidad de la historia, con imágenes tomadas en lo que debe ser el Hort del Xocolater, así como al sitio oficial de la Cátedra Pedro Ibarra de la UMH (sin la «E» aún, parece ser), que recoge aquel curioso episodio acaecido el 23 de agosto de 1965, durante la inauguración de un monumento en honor del egregio escritor, con la siguiente descripción: «Tras las elocuentes palabras pronunciadas por los alcaldes de Elche y Alicante, D. Luis Chorro Juan y D. Román Bono Marín respectivamente, D. Camilo contestó con un breve discurso para, posteriormente, dejar el micrófono y pisando el césped se metió en la pequeña alberca, tendiéndose en ella, desde donde miraba la altura de las palmeras y las caras de asombro de los asistentes».

Tras la lectura de esta reseña dos cosas me vinieron a la mente de inmediato. La primera como una punzada, pues, tras casi cinco años y doscientos artículos publicados en esta sección, no recordaba haber dedicado ninguno a una obra concreta de Cela, hecho imperdonable por la importancia del autor y, sobre todo, porque a mí personalmente me gusta mucho. Rápidamente abrí la carpeta de mi ordenador donde guardo los artículos y el material acumulado para su documentación y, con gran pesar, comprobé que efectivamente no había ninguno dedicado al premio Nobel (aunque estoy seguro de haberlo mencionado en alguna ocasión). Pero la segunda cosa que me asaltó la mente fue pensar en la magnífica publicidad que debió suponer para el Elche de la época el chapuzón de Don Camilo. En una España en la que se acababa de poner en marcha, con una programación restringida y en pruebas, el segundo canal de televisión, el nodo, que era un cortometraje documental que se exhibía antes de la proyección de las películas en todas las salas de cine de España, tenía una difusión extraordinaria, por lo que el baño de Don Camilo y la locución que lo acompañaba, ensalzando la magnificencia de nuestro palmeral, debieron de ser vistos por varios millones de espectadores.

Contrastemos ahora, aunque todas las comparaciones son odiosas, el impacto del baño de Don Camilo y la publicidad gratuita que generó, con los miles y miles de euros gastados en Fitur (la feria del turismo que se ha celebrado recientemente en Madrid) no sólo en promoción de la ciudad, que me parece bien, sino en los viajes de políticos de todo signo que acuden año tras año, a cuerpo de rey, y que no sé bien qué demonios pintan. Bueno sí lo sé, van a hacerse la foto.

Qué pena de ciudad. Elche tiene un gran potencial, pero está mal canalizado. Los que nos gobiernan, y los que aspiran a hacerlo, no tienen ideas y eso se palpa en el ambiente. No sé si nuestro pueblo está dormido, o acaso durmiendo, pues no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo, como dijo el insigne Camilo José Cela cuando era senador.

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