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Tomás Mayoral

La pandemia destroza el empleo de las zonas turísticas

La consellera Ana Barceló, en una imagen reciente.

La pandemia destroza el empleo de las zonas turísticasToda España celebra los excelentes datos de la última Encuesta de Población Activa que cierra el 2021. No solo se han recuperado los empleos perdidos en la pandemia, sino que la potente creación de empleo ha conseguido que remontemos hasta niveles de 2008, los previos a la recesión de ese año. Pero hay algunos que van en la cola de ese tren y entre ellos está la provincia de Alicante. Podemos buscar el consuelo del refrán, porque hay patrones claros que comparten algunos de los que se quedan rezagados. Uno de ellos es que están presentes varias de las principales zonas turísticas españolas. Junto a Alicante, Santa Cruz de Tenerife o Baleares son ejemplos de esto que digo. Este es un mensaje claro para el Gobierno de Pedro Sánchez que, hay que admitirlo, no debe hacerlo tan mal como dice la oposición pero que es torpe en lo que a comprensión del turismo se refiere. Ya es preocupante que no entienda el daño que provoca a la economía española, en el que el sector turístico tiene un peso fundamental, al ningunearlo como lo hace. Pero lo es más que estén abandonando a su suerte, sin entender las consecuencias de futuro, a zonas que han creado mucha riqueza con el turismo, pero están solas frente a la pandemia y no pueden hacer nada que no sea esperar a que esto acabe mientras se empobrecen cada día más. Otro nivel de análisis es el de la Comunidad Valenciana, donde el peso económico de València lleva a esta provincia a liderar la recuperación autonómica del empleo. Solo allí se crean puestos de trabajo suficientes, 43.400 más que antes de la crisis sanitaria, como para enjugar las caídas en Alicante, 30.400 menos, y en Castellón, 3.400. Sería facilón hablar de "centralismo económico valenciano". Tanto como pensar que por estar la Comunidad en positivo en ese ranking ya está hecho todo. La economía de Alicante, que está exportando ahora como nunca, necesita foco para corregir desequilibrios. Ya sabemos que algún día volverán los turistas y todo esto quedará en el recuerdo, pero las situaciones extremas como esta pandemia dan lecciones que un gobernante debe leer para empezar a poner soluciones que igual ya no lo encuentran en el poder, cuando lleguen los resultados, pero es necesario empezar a adoptarlas ahora.  

Médicos de familia, pediatras y enfermeros le han dicho basta a la consellera de Sanidad, Ana Barceló. No sabemos si tienen razón o no pero creo que es fácil estar de acuerdo que hay que otorgarles el beneficio de la duda a los que están en la primera línea de esta guerra contra el covid, jugándosela día a día y agotados hasta la extenuación. Ahora que ya no les aplaudimos, al menos habrá que escucharles. Todos vivimos como un infierno esta sexta ola, pero ellos viven esta situación directamente "en el infierno". En Atención Primaria de forma especial. La consellera quería presentar hoy el marco estratégico de esta parte fundamental del sistema sanitario, al borde hoy del colapso, y el Foro de Médicos de Atención Primaria (que agrupa a sociedades de Medicina Familiar y Pediatría así como al Colegio de Médicos de Alicante) le ha dicho que con ellos no cuente, que no están para presentaciones porque no tienen ni un solo minuto que perder. Tachan directamente de "demagogia política" este nuevo marco y lo igualan a las diez medidas que Barceló anunció para aliviar los centros de salud, convertidos por ómicron en oficinas de tramitar bajas en cantidades industriales. Hay que entender el agotamiento del personal sanitario, hay que entender las causas por las que quien ha podido se ha marchado a otras comunidades que pagan salarios mucho más altos que los de aquí, hay que admitir que no hay gente en la bolsa para cubrir las bajas, multiplicadas exponencialmente por la última variante del virus. Tenerlos enfrente, con ese nivel de tensión e indignación, no es operativo en un momento así y la consellera debería entender que es una situación que debe resolver de algún modo porque no favorece a nadie. 

Y una cosa más:

Hablábamos ayer de lo incómodo que es para el PP en estos momentos quedarse solo con VOX en alguna iniciativa. Ya les decíamos que lo más inteligente para los populares es no enfangarse en las marcianadas de los ultras. Mencionaba cómo Carlos Mazón había manejado con habilidad su presencia activa en lucha por la financiación y no le dolieron prendas en llevar la contraria a Casado y aliarse con el Botànic, dejando a VOX colgado de la brocha. Por eso, es difícil entender por qué Luis Barcala necesitaba meter a su grupo municipal en el berenjenal de la cruzada ultra contra el valenciano en el pleno de ayer en Alicante. Hasta el grupo de Ciudadanos, que suele ser lento en estas cosas, tuvo esta vez el olfato de quitarse de en medio y se abstuvo. Total: el PP y VOX cayeron estrepitosamente vencidos. Como si ambos fueran partes inseparables de aquella alcanforada "unidad de destino en lo universal". Qué torpeza. 

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