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Antonio Gil Olcina

Sequías en la Marina Baja

Turistas en la zona del Castillo de Benidorm

Adoptada como referencia definitoria la precipitación anual media de 375 mm, la Marina Baja ofrece dualidad climática: por bajo de ese umbral, las tierras costeras y prelitorales (Benidorm, 355 mm) se adscriben de pleno derecho a la Región Climática del Sureste Ibérico con clima semiárido mediterráneo. A diferencia, el resto, mejor expuesto a los vientos llovedores de componente este (levantes y gregales) y a favor del gradiente pluviométrico de altitud, excede aquel (Tárbena, 826 mm) y posee un clima templado mediterráneo. Esta distinción no empece para que ambos sectores compartan un régimen de precipitaciones muy irregular, que, además del característico verano seco de filiación subtropical, conjuga duras y prolongadas sequías con esporádicos diluvios. El sexenio 2014-2019 lo refleja fielmente: tres años secos consecutivos, de enero de 2014 a diciembre de 2016; intervalo húmedo de diciembre de 2016 a marzo de 2017, con diluvios en 20 de diciembre, 20 y 22 de enero, 14 de marzo (Guadalest, 135; 114, 203 y 67 mm, respectivamente); y nuevo período seco, de abril de 2017 a marzo de 2019. Estos seis años proporcionan un ejemplo prototípico de las dificultades hidrológicas a superar por abastecimientos y regadíos; de cómo actúan conjuntamente, en estrecha colaboración, Consorcio de Aguas y Comunidades de Regantes; de los medios técnicos articulados y de las mejoras precisas para el incremento de las disponibilidades hídricas propias.

Si se comparan las réplicas a la sequía en emergencias anteriores tan críticas como las de 1969 y 1978, transferencia naval incluida, con la capacidad de respuesta actual; se tiene idea, siquiera sea aproximada, de los singulares logros y del incuestionable éxito de la fructífera cooperación entre Consorcio de Aguas de la Marina Baja y los regantes, que iniciara decidida, certera y generosamente la Comunidad de Regantes del Canal Bajo del Algar. Piedra angular del grandioso edificio hidráulico construido en la Marina Baja son la buena fe, beneficio recíproco y leal observancia de convenios, pactos y acuerdos entre Consorcio y regantes, para una gestión armónica, integral y sostenible del agua; que combina de forma bien ponderada y flexible, acorde con la circunstancia meteorológica, recursos convencionales (aguas epigeas y subterráneas) y no convencionales (aguas regeneradas), más los foráneos cuando los hace imprescindibles la sequía (Conducción Rabasa-Fenollar-Amadorio, más la nueva estación de bombeo de Ramellat, en Campello). Es de resaltar que el Sistema Marina Baja es, por entero, artificial, aunque funciona con naturalidad y total respeto al medio; buena prueba de ello es la regeneración de residuales con terciario avanzado, que el Consorcio busca potenciar, ampliando el de Benidorm e implantándolo en las EDARs de Villajoyosa y Altea.

Se trata de una planificación hidrológica imaginativa, innovadora y bien resuelta, que incluye mayor regulación de caudales epigeos, mejora, sometida a criterio riguroso de sostenibilidad; de instalaciones en los campos de pozos y, previo riguroso estudio, equipamiento de nuevos sondeos; y, muy destacada, por sus características y consecuencias, la reutilización, con tratamiento muy completo, de aguas residuales. Asistido el conjunto por conducciones generales que permiten una cumplida simbiosis de dos circuitos independientes –los de aguas blancas y recicladas- que funcionan, sin embargo, al unísono, al compás del año pluviométrico e hidrológico. Añadamos, por último, la apelación a los caudales del Júcar, que garantizaron el abastecimiento e incrementaron los volúmenes de aguas regeneradas en los citados episodios de 2014-2016 y 2017-2019. Incluso, en caso extremo, previo acuerdo, a los de la Mancomunidad de los Canales del Taibilla, para conjurar alguna situación límite, particularmente complicada por uno u otro motivo. Sin olvidar, por supuesto, la posibilidad que abre el funcionamiento de la planta desalinizadora de Mutxamel. La coordinación y manejo del complejo dispositivo del Sistema Marina Baja se efectúa desde un centro de telemedida y control ubicado en la Estación de Bombeo del Algar.

Cuando aprieta la sequía, la iterada colaboración entre Consorcio y Comunidades de Regantes evidencia la arraigada solidaridad existente, que alcanza entonces su ápice. Así ha sucedido, una vez más, en los aludidos episodios de sequía de 2014-2016 y 2017-2019: las Comunidades de Regantes que, cuando es necesario, utilizan aguas regeneradas, incrementaron el consumo de las mismas, con objeto de liberar el máximo posible de aguas blancas para los abastecimientos. Las que solo emplean aguas blancas, distanciaron los turnos en las tandas y redujeron la frecuencia de los riegos, con idéntica finalidad. En verdad, no cabe una conciliación de usos más conseguida: cuando los planteamientos son estrictamente técnicos y certeros, el socorro mutuo, los compromisos serios y la colaboración leal, el beneficio es, como sucede en la Marina Baja, de alcance general e incuestionable; abastecimiento y riego no son antagónicos, resultan del todo complementarios.

Dado que los trasvases de recursos foráneos resultan francamente gravosos y el coste de la energía capítulo de primer orden en el presupuesto de gastos, no puede extrañar que, con el objetivo permanente de aumentar los caudales epigeos mediante el perfeccionamiento, ampliación de infraestructuras, sin olvidar revisiones normativas, el Consorcio haya planteado iniciativas y formulado propuestas al respecto. Atendido el régimen pluviométrico, con precipitaciones de elevada intensidad horaria, resulta muy necesario aumentar la capacidad de embalse mediante las actuaciones pertinentes en los reservorios de Amadorio y Guadalest, sin excluir la construcción de una gran balsa (2hm3) adicional en término de Villajoyosa. Con idéntico propósito, se ha sugerido la modificación de los resguardos en dichos embalses, regulados por una normativa rígida, disociada de la realidad; por ello, un automatismo ciego, ajeno a toda previsión meteorológica o consideración práctica, ha conllevado, en repetidas ocasiones, dilapidación de reservas, cuya pérdida muy poco después, en situación de sequía, ha sido recordada con enfado e impotencia. Dispendio hídrico carente asimismo de justificación y fundamento es el que resulta de la fijación de caudales ecológicos a ríos-rambla, con el caso prototípico del Amadorio, del que es deudo bien próximo el Guadalest.

A modo casi de colofón, es de iterar que presente y futuro de la Marina Baja dependen del complejo y original sistema hidrológico nacido de la estrecha cooperación entre Consorcio y Comunidades de Regantes, que, al enorme desafío de disponibilidades hídricas exiguas e irregulares, han respondido, como se ha dicho, con una planificación hidrológica imaginativa y técnicamente bien resuelta, con infraestructuras muy estudiadas, donde no hay sitio para la improvisación o el azar. Un sistema que combina, siempre en la necesaria proporción, recursos convencionales y no convencionales; un complejo dispositivo enteramente artificial que, sin embargo, funciona con absoluta naturalidad, o sea, normalidad, regularidad, armónica interrelación y ejemplar respeto al medio físico. La conciliación y complementariedad de abastecimiento y riego, usos habitualmente antagónicos, han hecho posible una gestión convenida, integral y sostenible del agua. La continuidad de esta fructífera colaboración precisa del apoyo institucional para la renovación, mejora y ampliación de infraestructuras. También para el incremento de recursos epigeos propios, con una mayor capacidad de almacenaje y la corrección de derroches mediante la eliminación de caudales ecológicos, superfluos, en ríos-rambla y la flexibilización, sin mengua alguna de seguridad, en la explotación de las presas de Amadorio y Guadalest. En cuanto a una mayor movilización de recursos no convencionales, la ampliación e implantación de los terciarios indicados y un acceso equilibrado a la desalinizadora de Mutxamel, sin perjuicio de mantener conexión plena con la red de Mancomunidad de los Canales de Taibilla a través de una Conducción Rabasa- Fenollar-Amadorio rehecha. Para finalizar, solo reiterar, una vez más, que la permanencia y continuidad del esencial entendimiento entre Consorcio y Comunidades de Regantes, sin intromisiones ni injerencias extrañas, como hasta ahora, es garantía de futuro imprescindible en la comarca de la Marina Baja.

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