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Alicante, la provincia más perjudicada económicamente por la pandemia

El covid se ensaña con la provincia: 30.400 ocupados menos que antes de la pandemia

Resulta inquietante ver las cifras del impacto económico de la pandemia y su repercusión en España, muy superior al de otros países de nuestro entorno. La situación se complica cuando de los informes realizados por el Gabinete de Estudios de la Cámara de Comercio de Alicante se deduce que la provincia de Alicante es la sexta provincia de España con una mayor caída del PIB (-13,5%) situándose por detrás de Baleares, las provincias canarias de Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife, Málaga y Gerona. Sería sencillo echarle la culpa al elevado peso de la industria turística, especialmente de los visitantes extranjeros, en la economía provincial, pero no es sólo por eso, hay más causas que configuran un modelo que deberíamos entre todos repensar.

Hemos dejado de ser la quinta provincia de España por PIB, retrocediendo hasta el sexto lugar por detrás de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Vizcaya. El peso de la provincia en el PIB nacional se reduce hasta el 2,9%, tras permanecer en el 3% desde el año 2016. En términos per cápita la provincia retrocede hasta el puesto 45 y se sitúa en 17.252 euros, 2.800 euros menos que en 2019. El PIB per cápita de la provincia de Alicante es inferior a la media de la Comunidad Valenciana (20.792 euros) y España (23.693 euros) y también es el menor de las tres provincias de la Comunidad.

La crisis sanitaria ha tenido una incidencia mucho más negativa en las actividades de servicios, principalmente en aquellas ramas de actividad que requieren una mayor interacción social, como el comercio, la hostelería, el transporte y el ocio. El impacto de la pandemia también ha sido mayor en las empresas pequeñas y en los trabajadores con contrato temporal, más jóvenes y con rentas más bajas.

El sector servicios representa el 72% del PIB de la provincia, cuatro puntos por encima de la media nacional. Esta mayor relevancia del sector servicios se debe al mayor peso de las actividades turísticas, comerciales e inmobiliarias.

La provincia presenta una menor especialización industrial que la media española (el peso de este sector en el PIB es del 9% frente al 15% en el total nacional). El sector de la construcción supone el 7%, dos puntos por encima de la media nacional, mientras que el sector primario, con el 2% está algo menos representado en comparación con el conjunto de España (3%). El impacto económico del turismo se sitúa en torno al 24% del PIB provincial.

Hay que señalar otro problema que nos preocupa en la Cámara desde hace bastante tiempo: las empresas alicantinas presentan un tamaño inferior a la media de España, el 55% de las empresas no tiene asalariados y el 96% tiene menos de 10 empleados. Estas microempresas han sufrido de forma más intensa el impacto de la crisis, disminuyendo sus ingresos entre 5 y 7 puntos porcentuales más que la de las compañías de mayor tamaño.

La irrupción de la pandemia COVID-19 y las medidas adoptadas para hacer frente a las sucesivas olas de la pandemia provocaron una crisis sin precedentes en el sector turístico. Las medidas de confinamiento, las restricciones a la movilidad internacional y las recomendaciones de no viajar a España por parte de numerosos países emisores de turistas provocaron un fuerte impacto en el flujo de turistas extranjeros. Asimismo, las limitaciones de aforos, las restricciones horarias, cierres perimetrales, etc., han afectado de forma muy negativa a la actividad.

En la provincia de Alicante, todos los indicadores relativos a la actividad turística reflejan una intensa caída de la demanda extranjera, y el turismo nacional también se ha visto afectado por las restricciones a la movilidad.

Pongo tres datos sobre la mesa. En 2021 ha habido una caída de las pernoctaciones de extranjeros y españoles del 71% y el 35% respectivamente, la rentabilidad de los hoteles abiertos de la provincia se ha reducido un 21% respecto a 2019 y el gasto de los españoles en la provincia se redujo en 900 millones de euros.

Respecto del sector servicios, comercio, transporte y hostelería se situaban un 26% por debajo del nivel existente en el mismo trimestre de 2019. La situación es más favorable en los sectores agrario e industrial, donde el PIB ya supera los registros de 2019, mientras que la construcción y otras actividades de servicios se sitúan en niveles próximos a los existentes antes de la pandemia.

La mayor destrucción de empleo se ha producido en las ramas de hostelería (1.176 empleados menos que en 2019), financieras y de seguros, y servicios personales, mientras que en la actividad comercial y la promoción inmobiliaria el empleo se ha estabilizado en torno al nivel de 2019. En el resto de los sectores productivos, el balance más positivo corresponde a la construcción, frente al escaso dinamismo del empleo en la industria y la destrucción de empleo en la agricultura.

Somos una provincia muy dinámica, con unos empresarios que siempre se han adaptado muy bien a los cambios, pero creo que es momento de pensar si la estructura económica de la provincia es la mejor para afrontar el futuro. La dependencia del sector servicios, del turismo y el pequeño tamaño de nuestras empresas nos han golpeado duramente en la pandemia. Deberíamos potenciar el sector industrial, tan necesario, cuidar el sector primario y desde luego trabajar para incrementar el tamaño de las empresas y evitar la atomización. Estimo que la mejor fórmula sería conservar lo bueno que tenemos pero evolucionando hacia nuevos modelos.   

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