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Pedro Sánchez

Hace algunos años sucedió un hecho que explica muy bien la conclusión a la que pretendo llegar. Eran tiempos del bipartidismo, y uno de los dos grandes partidos, estando en la oposición, presentó una propuesta para modificar el sistema de elección de los vocales del poder judicial, para quitarle protagonismo al gobierno, que no estaba en sus manos en ese momento. El otro partido, hegemónico entonces, la rechazó olímpicamente. A los pocos años la situación se invirtió y el partido gobernante pasó a la oposición, desde donde presentó un proyecto casi idéntico, que fue rechazado por el gobierno.

La conclusión no puede ser más obvia: En política no existen razones, tan solo intereses.

Lamentablemente, el trascurso del tiempo no hace sino reforzar esa sensación, en todo tiempo, en todos los partidos, en todo asunto.

Hagan un experimento, si no me creen: Intenten adivinar la respuesta de los distintos portavoces ante las iniciativas de los grupos: Sigan la norma del beneficio para mi grupo: Difícilmente se equivocarán.

Les voy a poner dos ejemplos recientes, para demostrarles que esta inveterada costumbre goza de excelente salud.

La federación española de fútbol ha contratado con Arabia Saudí la celebración en ese país de la Supercopa de España. (¡?) El presidente de tal Federación, Sr Rubiales, declaró, sin sonrojo, que “a nivel ético, lo que estamos haciendo aquí es ayudar mucho al desarrollo de la mujer en el fútbol, que es nuestro cometido”. Quizá se le olvidó recordar los millones de euros (40) que va a percibir la tal federación, de los cuales un porcentaje (0,6%) va a su presidente. No tardó Amnistía Internacional en recordarle al personaje la situación en aquel país: "Arabia Saudí lleva más de seis años bombardeando Yemen, un conflicto que ha causado la muerte de más de 377.000 personas. Arabia Saudí es uno de los países que más ejecuciones lleva a cabo, muchas de ellas por decapitación pública. Decenas de activistas y defensoras/es de derechos humanos están detenidos y encarcelados por ejercer su derecho a la libertad de expresión. Algunos, como Jamal Khashoggi han pagado un alto precio: su vida. En Arabia Saudí los derechos de las mujeres son pisoteados constantemente. No pueden casarse, trabajar o estudiar sin el permiso de un hombre".

A nuestro gobierno, presidido por P.S., se le cae la boca de hablar de derechos humanos. Y eso está bien. Pero mirar para otro lado cuando una federación pública organiza un torneo en un país como Arabia no es más que un acto de hipocresía poco compatible con esos derechos que tanto se pregonan.

Están a punto de celebrarse elecciones en Castilla León, que es otro sinsentido estratosférico. Pero lo cierto es que el señor Abascal, CEO de Vox ha presentado a su candidato. Se trata de un abogado de 30 años que hace 10 se hartó de publicar mensajes de cierto matiz: juzguen ustedes: "Verás cuando os enteréis de que en el 'matrimonio homosexual' no hay madre". "Hoy he hecho público mi perfil de Twitter. Mi último follower es una puta, o eso parece. No sé qué hacer, tengo miedo". "En el circular hay un jamaicano con los dientes negros al que le huele el aliento desde 6 metros de distancia..."

Pues bien, el jefe opina y quiere que todos opinemos, que aquello no fueron más que unos “chistes malos” de un joven de 20 años. Y lo dice alguien que se harta de censurar cometarios infinitamente menos graves… de sus adversarios políticos.

Como remate, el ejemplo más reciente: Votación en el Congreso de los Diputados que se resuelve a favor del Gobierno por un voto telemático errado. “Irrelevante, todos los días se cometen errores, lo importante es que hoy los trabajadores y las trabajadoras de este país se despiertan alegres y…” Esos mismos que se llenan la boca de principios democráticos y respeto parlamentario… menos cuando les perjudican a ellos.

En España se habla de la ley del embudo: “Lo ancho para mí, lo estrecho para ti”, y el concepto de hipocresía define estos comportamientos con precisión.

Existe un proverbio árabe muy pertinente en estos casos: “Antes de hablar, piensa bien lo que vas a decir y, después, mejor cállate”.

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