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Arte y literatura en AUCA

Portada de la revista alicantina AUCA

Hace poco tiempo salió a la luz el número cincuenta de AUCA, Revista Literaria y Artística. En una revista de periodicidad cuatrimestral –con número “cero” incluido- eso significa alcanzar la mayoría de edad. Dedicar dieciocho años a la poesía, los relatos o la pintura y otras artes, no es algo frecuente. No es frecuente, por continuar con la sorpresa, que una revista literaria y artística, sin apoyo financiero público, solo con el soporte de las pequeñas cuotas de sus asociados, sobreviva en el tiempo y aun mejore con él. Cientos de colaboraciones –-hay mucha vida derramada y regada en su tinta- desde junio de 2004, fecha en la que apareció el número 1 de la revista, y una cuidada maquetación e impresión la convierten en un referente de lo que un pequeño grupo de corazones inquietos, con su dedicación y esfuerzo, pueden forjar y mantener. Sus contenidos giran en torno a las actividades que, semana a semana, programan, discuten y trabajan los integrantes de la misma, vinculados de una u otra forma, a Alicante. Desde sus páginas se ha homenajeado periódicamente a artistas plásticos y literarios de renombre a través de sus obras, a las que se ha vestido con palabras, y se ha abierto un canal de libre creación, expresión y comunicación a quienes necesitan poner negro sobre blanco sus experiencias y sus emociones, que es tanto como decir su propia vida, lo más íntimo de su propia vida. Recitales, homenajes y pequeños conciertos acompañan a las presentaciones públicas de cada número editado, de cada monográfico especial, en las sedes ciudadanas de la Universidad de Alicante, en librerías o en otros foros, contribuyendo con ello a reforzar el nombre que acompaña y define la publicación: literatura y arte. El eminente profesor Francisco Poveda Blanco, maestro, maestro de maestros y amigo, miembro destacado y activo de AUCA y de la tertulia alicantina El Filandón, dejó un día en mi mesa un ejemplar de la revista y me invitó a una de las presentaciones. Nunca se lo he agradecido suficientemente: desde entonces, no he dejado de colaborar, en la medida de mis posibilidades, con ella: me he sentido acogido, cobijado y multiplicado (y lo mismo hizo con El Filandón, y tampoco le he mostrado aún mi gratitud). No glosaré en esta ocasión los entresijos de AUCA porque, precisamente de la mano de Francisco Poveda, los lectores han tenido y tienen ocasión de conocerlos en profundidad leyendo el magnífico artículo que publicara en el diario INFORMACIÓN, con el título “AUCA, un cobijo para las letras alicantinas”, el 11 de febrero de 2018, donde da cumplida cuenta de sus integrantes, socios, contenidos, colaboradores, entrevistas y personajes relevantes. Sí tengo que mencionar ahora, necesaria y agradecidamente. al menos, el denodado e impagable trabajo de dos personas en las que quiero ver representados a todos los miembros de la entidad: Luis S. Taza y Manolo Condevolney. Sin ellos, nada de todo esto hubiera sido posible. Para gozo de quien muestre interés, además, cuenta la Asociación con su propia web y presencia en redes sociales y, sobre todo, en otras dos instituciones alicantinas de singular importancia: la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, de la Universidad de Alicante y la Biblioteca de los Libros Felices, donde podemos asomarnos a su fondo editorial. Me gusta pensar que AUCA significa OCA, como recoge el DRAE, y que su existencia nos invita al viaje, al viaje literario, artístico, misterioso, vital, con todo -lo bueno y lo menos bueno- que nos ofrece ese tablero de juego. Me gusta pensar que AUCA es una ALELUYA, esa serie de estampas o viñetas a las que acompañan versos pareados –o como en la literatura de cordel, los romances o las coplas de ciego-, en la que podemos explicar y explicarnos, en la que podemos estar y ser o, lo que es lo mismo, sencillamente, vivir en plenitud. Eso mismo es AUCA.

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