Bien mirado, al PP le ha ocurrido lo mejor que podía pasarle, un relevo generacional marcha atrás. Dar paso a los jóvenes está bien, pero cuando llegan demasiado pronto y fácil puede ser fatal. Casado disimulaba bajo su eterna sonrisa una tremenda rabieta por la competencia de Ayuso en casa y en la calle. Así que su gente, al descubrir una posible cagada suya, se puso a investigar buscando que fuera una bosta tremenda. Ayuso pareció achantarse, pero guiada por el asesor de comunicación política más avieso y mejor de España convirtió el hecho de ser investigada en algo más tremendo todavía y se hizo la mártir, lo que va muy bien a su rostro. La explosión interna y callejera causada por los dos tremendismos dinamitó al partido, que ha echado mano por fin de un bombero curtido y mayor. Casado cae a la calle y Ayuso ya veremos cuando se sepa qué hay detrás de la mascarilla.